Apenas entré a la tienda lo vi, sentado junto a una taza de comida; me pareció de verdad. Así que lo encaré, olisquié y ladré. Era un basset hound -o hush puppies- pero sintético; con razón no respondió. Y del rabión, levanté la pata y lo oriné.
En la última romería -en el 2019- a la Basílica de Los Ángeles, quedaron abandonados en la calle 41 perros, una cifra levemente inferior a los 51 que fueron rescatados en el año 2018.
Cuando paseo por el “mall” y veo en los cines los anuncios de películas con protagonistas no humanos quedó con la lengua afuera. A nosotros nos gustan las de perros.
Soy un pata’e perro porque me gusta mucho andar en la vecindad; apenas capto la vibración del motor del carro que viene a llevarme de paseo -a 500 metros- mi cola se agita y siento mariposas en la barriga.
Si un hombre muerde a un perro, eso es noticia; al revés, no. Cada vez que escuchó esa afirmación, pienso en todos los caninos cuyas hazañas son ignoradas; ladro de camaradas inteligentes, valientes, amorosos y fieles hasta la muerte.
Ahí estaba yo. Bien sentado; con una camisa roja y viendo a la tribu humana enloquecida, el alboroto me zumbaba en la cabeza: pitoretas, tambores, gritos, sapiens de todos los colores y tamaños, por aquí y por allá.
Debo confesarlo. Me emociono mucho cuando Mi Amigo se va, y más cuando regresa; brinco, corro por toda la casa, me guindo de sus piernas, muevo la cola, jadeo, gimoteo y hago mil piruetas.
En las tardes, cuando estoy patas arriba en el sillón, recuerdo las veces en que Mi Amigo -para molestar- me ofrecía una golosina y yo, de ingenuo, me lanzaba como un torbellino, para buscarla por toda la casa.
Apenas escucho el tintineo de las llaves del carro, paro las orejas, alzo la cabeza y salgo disparado hacia la puerta. ¡Vamos a la calle! Me da igual si es a un mandado, un paseo, o un vueltín.
Si su mascota presenta lesiones en la piel no lo deje pasar por alto, pues podría tratarse de enfermedades infecciosas que se encuentran en el ambiente o bien están en los animales, las cuales podrían transmitirse entre animales y a las personas (zoonóticas). Dentro de las causas infecciosas más comunes se encuentran bacterias, hongos y parásitos.