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viernes, abril 26, 2024
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¡Añíta mikilona!

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Argos, de la Casa de Ulises

Estoy listo para mi primer mundial. Tengo mi camiseta tricolor, pegamos frente a la computadora el calendario de juegos, y nos organizamos para ver la mayor cantidad de partidos.

El silbatazo inicial lo dio el entrenador, cuando anunció a los 26 jugadores que darán la pelea contra España, Japón y Alemania; en fila daremos cuenta de cada uno, como cuenta Mi Amigo que pasó en Italia 90 y en Brasil 2014.

Si  a los cinco millones de ticos, le agregamos un estimado de casi millón 300 mil perros (según una encuesta del 2016), y todos igual de fanáticos, ya podemos imaginar lo difícil que fue para el pobre técnico, complacernos a todos.

¿Por qué este portero y no el otro? ¿Por qué escogió a fulanito y no a perencejo? Unos están muy viejos, otros muy jóvenes, y hasta llegan a compararlos con mis congéneres del sexo opuesto.

El Mundial es una vitrina y una competencia de alto nivel para adquirir experiencia, eso que los sapiens llaman roce, cancha; por eso Mi Amigo y yo gruñimos y dimos un ladrido de alegría, porque vamos a jugar contra buenos rivales.

Aunque los jugadores solo tengan dos patas, tendrán que correr como si tuvieran cuatro, o seis como los insectos; los japoneses se mueven como ese tren bala que tienen.

¿Y qué me cuentan de los alemanes? Mi Amigo dice que el fútbol son once contra once, y al final siempre ganan los alemanes; ellos asumen cada juego como si fuera una invasión armada.

Somos aficionados a la Liga Española, vemos todos los partidos; los españoles son aguerridos, jamás se dan por vencidos y quieren ser campeones.

En realidad, estamos en modo mundial, desde que vencimos a los neozelandeses; apenas salió el álbum Panini comenzamos a llenarlo con las postalitas.

Voy a portarme bien para que me compren una bola mundialista, la patearé por toda la casa, y la usaré de almohada porque quiero ser como Striker…¿Qué cuál?, pues la mascota oficial del Mundial de 1994, en Estados Unidos.

Striker era un perro, vestía el uniforme con los colores de la bandera americana y su infaltable balón. Nació el 3 de marzo de 1984, en los estudios de animación de Warner Bros, como no podía ser de otra manera.

Representaba el esfuerzo, la autosuperación personal -eso que los gringos dicen “el hombre autosuficiente”- la fidelidad y el trabajo en conjunto. Striker era el embajador de una gran estrategia de mercadeo, para posicionar el fútbol en USA.

Para que vean que los animales somos uña y mugre con los mundiales, la primera mascota que simbolizó esa competencia fue Willie, un león, en Inglaterra 66.

Le siguieron Footix, el gallito de Francia 98; Zakumi, el leopardo de Sudáfrica 2010; Fuleco, el armadillo en Brasil 2014 y Zabivaka -pequeño goleador- un lobo en Rusia 2018.

En menos de 15 días disfrutaremos con Mi Amigo, ticos -humanos y la familia perruna- no aflojaremos y aullaremos: ¡Añíta Mikilona!, Juntos hasta el final.

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