Apenas escuché: ¡Viene el diablo!, alcé las orejas, moví de un lado a otro la nariz, gruñí y me pegué bien fuerte a las piernas de Mi Amigo, para protegerme del alboroto de humanos a mi alrededor, sobre todo sus escandalosas crías.
Mi nombre es Argos. Pero ¿Cómo se llamaba el perro más antiguo, del que tenemos memoria? Así le aullé a la oreja de Mi Amigo, mientras caminábamos rumbo a la Feria, para comprar las frutas, verduras y legumbres de la semana.
Sabía mucho, hasta que fui a la escuela. Algo así me dijo Mi Amigo mientras caminábamos hacia la peluquería, la de él; yo voy al “grooming”, pero prefiero andar greñudo y con los faldones llenos de nudos.
Cada perro es un mundo. A uno le ladran historias de humanos que -sin manos- sostienen los pinceles con la boca y pintan obras de arte; o el científico que usaba una computadora para hablar; muchos casos de superación de la adversidad.
Cuando la pedrada está pal´perro, ni quitándose el tiro. Eso repite Mi Amigo, ante lo inevitable. Pero, a veces, no entiendo a los humanos, con sus extrañas frases.
Los caninos somos ciudadanos del mundo. Las nacionalidades y las fronteras carecen de importancia para nosotros; en eso somos diferentes a los humanos, que tienen un arraigo especial con el país donde nacieron.
Los años pasan; la vida es lo que uno recuerda, para contarla. Eso le ladré a Mi Amigo, un día de estos, mientras lo observaba en sus ejercicios matinales.
La caja tonta siempre me ha llamado la atención. Me refiero a la televisión y a los programas que difunden, sobre todo para las crías de los humanos; entiendo que los padres la usan para distraerlos, como si fuera una chupeta electrónica.
El Año Nuevo Chino dos mil veintiseis iniciará el diecisiete de febrero, según calendario lunar tradicional utilizado en diversas culturas asiáticas milenarias.