Debo confesarlo. Me emociono mucho cuando Mi Amigo se va, y más cuando regresa; brinco, corro por toda la casa, me guindo de sus piernas, muevo la cola, jadeo, gimoteo y hago mil piruetas.
En las tardes, cuando estoy patas arriba en el sillón, recuerdo las veces en que Mi Amigo -para molestar- me ofrecía una golosina y yo, de ingenuo, me lanzaba como un torbellino, para buscarla por toda la casa.
Apenas escucho el tintineo de las llaves del carro, paro las orejas, alzo la cabeza y salgo disparado hacia la puerta. ¡Vamos a la calle! Me da igual si es a un mandado, un paseo, o un vueltín.
Si su mascota presenta lesiones en la piel no lo deje pasar por alto, pues podría tratarse de enfermedades infecciosas que se encuentran en el ambiente o bien están en los animales, las cuales podrían transmitirse entre animales y a las personas (zoonóticas). Dentro de las causas infecciosas más comunes se encuentran bacterias, hongos y parásitos.
Recién acabé mi merienda matinal, unas bolitas de concentrado de salmón, cuando escuché la noticia: de la estación de Ueno, en Tokio, partieron 21 pasajeros de cuatro patas en un vagón especial, bien cómodos en sus asientos.
La policía humana rescató tres caninos que unos sapiens malvados tenían enjaulados, encadenados y en condiciones salvajes; flacos, desnutridos, aterrorizados.
Los cachorros caninos necesitan el sistema de vacunación completo para tener una vida de calidad, así como sus dueños, porque hay enfermedades que pueden transmitirse a los humanos, ya sea por virus, bacterias, parásitos y hongos.
Las malas noticias vuelan. Estaba a punto de echarme al buche una golosina con forma de vainica, cuando me ladraron: “¡Dante está triste, no come, vomita, se tragó un sapo!”.
Argos, de la casa de Ulises
El otro día salí al parque, suelo caminar en tres sesiones diarias para estirar patas, olisquear el aire y responder al llamado de la naturaleza.
Libre de la correa me lancé tras Max, un salchicha...