Imágenes tomadas de internet
Tomó su mano y la apretó tres veces. Como una fruta, que se agrega al carrito de compras en el super; el profeta la eligió a ella, para engrosar su harem divino. Fue un matrimonio espiritual, ordenado por Dios, a su vicario en la Tierra.
Mientras llega el Juicio Final, Warren Jeffs pasa sus días en la terrenal prisión de Louis Powledge, cerca de Palestine -Texas-, donde cumple una sentencia de cárcel perpetua -más 20 años adicionales- por abuso sexual de una menor.
Fue el único delito que la justicia humana pudo probarle al líder religioso, de la secta de los mormones, quien gobierna dos iglesias, en Utah y Arizona, donde un rebaño de 10 mil seguidores, cree -y acata- ciegamente en su palabra.
La vida de Jeffs es una mezcla -a conveniencia propia- de santo y pecador; ha sido pasto de la prensa sensacionalista, y de las plataformas de “streaming” -HBOMax y Netflix-, que produjeron sendas series sobre sus andanzas bíblicas.
En “Prisionera del Profeta” -de HBOMax- Briell Decker narró el traumático viaje -lleno de abusos físicos y mentales- que padeció a manos de Warren, el infame pedófilo que la convirtió en su 65ª esposa.
La cineasta Amy Berg, en “Prophet´s Prey” (2015), narró en un documental la estrambótica vida de Jeffs -y los códigos sexuales que lo regían- basada en las investigaciones del detective Sam Brower, y el periodista Jon Krakauer.
Antes de que el lector consulte el calendario, le recordamos que estamos en el siglo 21; pese a ello, Jeffs se autoproclamó profeta y mesías absoluto de la Iglesia Fundamentalista de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (FLDS).
Esta es una rama rebelde de la Iglesia de los Mormones, que aparte del fanatismo religioso, practica y defiende la poligamia; Warren emparejó a niñas y jovencitas -con hombres mayores- en “matrimonios espirituales”.
Al parecer, este era el camino directo al cielo, cuyo boleto sin escalas consistía en tener -al menos- tres esposas; Jeffs superó la meta más de 25 veces, pues se casó con 80 mujeres, y engendró 60 hijos, según la cadena CNN.
Oración y obediencia
La FLDS surgió -en 1929- de un pleito religioso dentro de los mormones oficiales; en 1986 Rulon Jeffs, el padre de Warren, escaló hasta la cima del poder y se consagró con el apodo de “El hombre de la ley”.
Fiel al precepto de “creced y multiplicaos”, Rulon tuvo 22 esposas -otros mencionan a 75 y 65 hijos-; de esa miríada de niños Warren se coló como el favorito, y cuando murió el patriarca, heredó el cargo y reinó durante 20 años.
Cuando vino al mundo, el 3 de diciembre de 1955, nadie daba un dracma por él; era un bebé prematuro, debilucho y parecía incapaz de sobrevivir unos días, lo cual no habría sido problema, porque -más que una familia- eran una legión.
Aquel mequetrefe, famélico, con aire enfermizo y una voz sibilina, demostró ser un lobo con piel de oveja; impuso una dictadura de la fe a una enorme comunidad de acólitos, quienes lo siguieron hacia la tierra prometida.
Dicen que el “Tío Rulon”, como solían llamar al padre, grabó en la suela de los zapatos: “Manténte dulce y dócil”; y su cachorro favorito lo cambió por: “reza y obedece”, pero lo incrustó en la fachada de su mansión, a la vista de todos.
Apenas sintió la corona en su cabeza, Warren mostró las uñas; a punta de látigos y un puño de hierro, impuso sus dogmas: todas las mujeres deberían vestir igual, el mismo peinado y obligó a su “madrastras” a casarse con él.
Como si fuera Abraham o Moisés, arrastró a sus adoradores a Short Creek, un pequeño poblado fundamentalista, en medio de la nada y de difícil acceso; ahí, aislado del perro mundo, multiplicó por diez la población.
Montó una industria religiosa basada en la credulidad; esclavizó a sus fieles y estableció una poderosa corporación dedicada a ganar dinero, con miles de empleados, felices de entregarle sus bienes, para alcanzar la salvación eterna.
Valle de sombras
La fe de Warren era sencilla: todo para mí. A cambio de comida y dormida, debían de trabajar sin salario; las mujeres solo eran “unidades de placer” y “panzas reproductoras”, además de máquinas para los oficios domésticos.
Nadie sabía dónde empezaba la empresa y acababa la iglesia. Jeffs cumplió fielmente el evangelio del pervertido; afinó la tesis de la poligamia, y la transformó en “el espíritu de Dios” que se derramaba “sobre sus esposas de consuelo celestial”.
Su poder le permitía dar, quitar, asignar las mujeres como quisiera, junto con los hijos; rompía las familias a voluntad, incautaba el dinero, las propiedades, los negocios, y cuando alguien lo cansaba, lo excomulgaba.
Quienes se oponían -algunas mujeres se animaron- sabían que cuestionaban la voluntad de Dios, encarnada en Warren; y la apostasía era el camino más corto a la muerte y a la perdición por siempre jamás.
Durante los años 80 la iglesia creció, pero llamó la atención de la prensa y algunas víctimas denunciaron los abusos sexuales, la pedofilia, la explotación, las torturas y el régimen del terror en que vivían.
Las autoridades rompieron los siete sellos apocalípticos, y en el 2006 Jeffs fue detenido; la policía le decomisó un set de pelucas, anteojos y maquillaje para disfrazarse, computadoras, teléfonos celulares y $55 mil en efectivo.
Por aquellos días, Warren había construido en Texas el imponente Yearning for Zion Ranch, un palacete terrenal para sus elegidos, que todavía hoy dirige desde la cárcel, aunque pasará el resto de sus días en el purgatorio de la prisión.
Detrás de los barrotes hizo huelgas de hambre, padeció un colapso nervioso, intentó ahorcarse un par de veces y, predijo que el mundo acabaría en el 2013.
Ahora Jeffs camina por un valle de sombras; unos lo consideran un mártir, otros el demonio; al final de sus días lo espera un ángel con una espada de fuego, para enviarlo a la Gehena.
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