Laura Sauma
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No temamos ser auténticos ¿Qué es lo peor que podría pasar?
En un mundo donde las redes sociales nos inundan con imágenes cuidadosamente curadas y discursos calculados, la política no se ha quedado atrás. Sin embargo, los ciudadanos ya están cansados de las poses. Se ha vuelto evidente que el teatro político y las promesas vacías solo generan desconfianza.
En una era donde los problemas estructurales de los países requieren respuestas audaces, los electores están optando por líderes a los que consideran auténticos, incluso, o sobre todo, si rompen los moldes tradicionales como Donald Trump, Nayib Bukele, Javier Milei y Rodrigo Chaves.
¿Qué tienen en común estos personajes? No temen decir lo que piensan, aunque sus posturas puedan ser controvertidas. Y aunque podamos cuestionar la efectividad o la ética de algunas de sus políticas, han comprendido algo que el resto del espectro político parece no querer aceptar: nuestra realidad ha cambiado y la ciudadanía está harta de que le vendan humo.
La gente no quiere más discursos vacíos, sino propuestas concretas que desafíen el status quo… y ese tipo de líderes parecen ofrecérselas.
El contexto de Costa Rica: problemas reales, soluciones ausentes
En Costa Rica llevamos décadas dando vueltas en círculo con las mismas soluciones fallidas para problemas que solo han empeorado con el tiempo. Tenemos desafíos estructurales en áreas críticas como educación, salud, pensiones, seguridad y eficiencia estatal; pero seguimos recurriendo a las mismas fórmulas: crear nuevas instituciones, aumentar impuestos o incrementar la burocracia. ¿Hasta cuándo?
La clave está en la honestidad política. Si seguimos creyendo que podemos mantener a todos contentos sin tomar decisiones difíciles, continuaremos estancados.
El país necesita soluciones reales y, para serlo, estas afectarán intereses y alterarán el status quo. Es hora de ser valientes y sinceros sobre los problemas que enfrentamos y las decisiones que debemos tomar para resolverlos.
La participación ciudadana es crucial
El cambio no puede venir solamente desde arriba. Para posibilitar soluciones auténticas es crucial la participación ciudadana dentro de los partidos políticos.
No podemos depender únicamente de figuras individuales que prometen sacudir el sistema; necesitamos líderes que entiendan la importancia de abrir espacios para la participación. No se trata solamente de votar, sino de involucrarse en el proceso de toma de decisiones.
Los partidos políticos deben ser plataformas donde florezcan la diversidad de ideas y soluciones alternativas. Un verdadero liderazgo debe entender que la democracia no es un monólogo, sino un diálogo constante entre gobernados y gobernantes.
Costa Rica necesita líderes que inviten a los ciudadanos a participar, que los escuchen y actúen con base en sus preocupaciones.
¿Por qué no aprender de otros?
Países como Suecia, Irlanda y Nueva Zelanda han demostrado que es posible reformar sistemas críticos sin caer en el caos:
- Suecia ha resuelto problemas en educación, pensiones y salud mediante reformas integrales que priorizan la calidad y la eficiencia.
- Irlanda transformó su sistema tributario, creando un entorno que fomenta la inversión y la transparencia sin nuevas cargas impositivas.
- Nueva Zelanda llevó a cabo una exitosa reforma agraria, simplificando la regulación y devolviendo la productividad al campo.
Estos ejemplos no son simples fórmulas para copiar, sino fuentes de inspiración que demuestran que, con voluntad política y transparencia, es posible avanzar.
El primer paso para cambiar
Empecemos por discutir desde una hoja en blanco cuáles son las necesidades que debe satisfacer el Estado, por qué y para qué. Luego, reorganicemos el aparato estatal en función de esos objetivos. Si seguimos gritando para cerrar entes inservibles y caros sin un plan estratégico, solo nos toparemos con la resistencia de quienes se benefician del sistema actual.
En paralelo podemos cambiar la receta y en lugar de seguir construyendo instituciones ineficaces o proponiendo nuevos impuestos, nos podemos enfocar en lo esencial. ¿Qué tal si empezamos por enumerar nuestros problemas principales y, de una vez por todas, proponemos alternativas?
- Educación obsoleta: ¿Por qué no financiar la oferta en lugar de la demanda? Así, cada escuela competiría por los estudiantes, mejorando la calidad de los docentes y programas. ¿En cuál de los mandamientos está estipulado que el Estado debe hacerse cargo de todos los centros educativos?
- Sistema de salud congestionado: En vez de insistir en aumentar el ya exorbitante presupuesto, optimicemos los recursos existentes y permitamos la competencia privada para mejorar la calidad.
- Pensiones insostenibles: ¿Por qué no transitar a un modelo mixto que gestione los fondos con transparencia y eficiencia, en lugar de aumentar impuestos en un país donde el sector productivo ya no aguanta más?
- Estructura tributaria compleja: Simplifiquemos el sistema tributario eliminando exoneraciones sectoriales y reduciendo tasas para fomentar la formalidad.
- Burocracia asfixiante: Digitalizar y automatizar los trámites reducirá la discrecionalidad y los costos. Esta reducción en gastos permitiría tener salarios más competitivos y ligados a objetivos en el sector público, además de compensar la simplificación tributaria propuesta.
Costa Rica necesita un liderazgo político transparente y honesto, sin temor a exponer las verdaderas reformas necesarias, incluso cuando afecten a grupos de poder. Pero para que estas soluciones funcionen, es vital que la ciudadanía se involucre.
No podemos seguir esperando que las cosas cambien desde la comodidad de nuestras casas. Necesitamos exigir espacios de participación en los partidos políticos, abrir el diálogo y proponer soluciones que realmente beneficien a todos.
Es hora de que los políticos dejen de posar y tomen decisiones que antepongan a los ciudadanos. Y es también el momento para que nosotros, como ciudadanos, tomemos las riendas y exijamos una política auténtica y participativa.
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