IMAGEN POR COLIN BERTIER / AFP
París, Francia | AFP. Por tercera vez, Liverpool y Real Madrid se enfrentan en una final de la Liga de Campeones, el sábado en el Stade de France de Saint-Denis (19h00 GMT), lo que servirá de revancha para ambos y también de desempate, tras repartirse los títulos en sus anteriores decisivos enfrentamientos, después de la victoria de los Reds en el Parque de los Príncipes de París en 1981 (1-0) y el triunfo de los blancos en Kiev en 2018 (3-1).
– 1981: experiencia y Moulin Rouge
Liverpool, entonces en la cima de su arte con Bob Paisley en el puesto de mánager, accede a la final de la entonces llamada Copa de Europa, el 27 de mayo de 1981, en el Parque de los Príncipes de París.
Ya con dos títulos en sus vitrinas (1977, 1978), los Reds se enfrentan al Real Madrid, dominador de los primeros años de la competición continental (seis trofeos en once años), antes de conocer una quincena de años de eclipse hasta 1981.
“No teníamos miedo de ellos (del Real Madrid), más bien al contrario. Habíamos llegado a la final varias veces y sabíamos de qué se trataba. Eran ellos los que no tenían una experiencia reciente en ese sentido”, contaba en 2018 Terry McDermott, excentrocampista del Liverpool y máximo goleador de la competición ese año, en una entrevista a la AFP.
Unos minutos antes del partido, en el Parque de los Príncipes, Bob Paisley se encontró con un problema con el patrocinador de la vestimenta del equipo, lo que empujó a los responsables de la UEFA a ordenar a los jugadores del Liverpool que taparan con un cinta adhesiva el logo de la marca en sus camisetas.
Eso no impidió a los Reds imponerse tras un partido igualado, decantado a su favor por un remate cruzado del lateral izquierdo Alan Kennedy en el tramo final del partido (81).
Los jugadores del Liverpool pudieron entonces celebrar su triunfo en la noche parisina, algunos en el Moulin Rouge, antes de presentar el trofeo a los aficionados en Saint George Square, en el centro de Liverpool.
– 2018: conmoción y pequeña frase
En 2018, las dinámicas se invirtieron: fue el Real Madrid de Zinédine Zidane el que abordó la final como favorito tras dos títulos consecutivos en 2016 y en 2017, soñando con encadenar un tercero en Kiev, cuando el Liverpool de Jürgen Klopp era todavía un equipo en aprendizaje.
En ese 28 de mayo de 2018, el comienzo del partido, intenso, vio a la estrella de los Reds, el egipcio Mohamed Salah, salir lesionado en un hombro, víctima de una entrada del defensa español Sergio Ramos. Por su parte, el guardameta alemán del Liverpool, Loris Karius, se quejaba de un codazo del propio Ramos, y aunque se mantuvo en el partido, vio cómo se le diagnosticaba una conmoción cerebral unos días después del encuentro.
A posteriori, este choque en el rostro tal vez tuvo consecuencias en el partido, ya que el portero alemán cometió dos errores decisivos: un pase interceptado por el delantero del Real Madrid, Karim Benzema, que abrió el marcador (51), y después un error en un disparo lejano de Gareth Bale, que se le escapó inexplicablemente de las manos (83).
Al menos, Karius no podía hacer nada en el remate acrobático del propio Bale (64), uno de los goles más bellos marcados en una final de Champions, solo tres minutos después de la entrada en juego del galés.
Por parte del Real Madrid, la euforia de esta “Decimotercera”, se vio atenuada tras el partido por la frase de la superestrella Cristiano Ronaldo, que anuncia a medias su marcha: “Fue muy bonito estar en el Real Madrid”.
Unos días después, el portugués dejaría el Real Madrid tras una década triunfal (2009-2018), para fichar por la Juventus de Turín.