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sábado, noviembre 23, 2024
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¿!No hay nada en la tele?!

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Argos, de la Casa de Ulises


La caja tonta siempre me ha llamado la atención. Me refiero a la televisión y a los programas que difunden, sobre todo para las crías de los humanos; entiendo que los padres la usan para distraerlos, como si fuera una chupeta electrónica.

Cuando pereceo en la cama, mientras llega mi hora de caminar y ver mundo, le echo un ojo a la tele, porque los caninos podemos verla, aunque algunos sapiens sostienen que es imposible.

Nuestra especie tiene muchas habilidades y las investigaciones recientes demuestran que -en general- los animales pensamos y sentimos de manera distinta a los sapiens.

Por ejemplo, los delfines o las ballenas, con su enigmático sistema de comunicación basado en códigos matemáticos; en sonidos que viajan por todo el océano como auténticas sinfonías, todavía sin descifrar por los humanos.

Esas investigaciones afirman que podemos reconocer las imágenes en pantalla, y aprendemos de los programas que miramos, sobre todo aquellos con mucho movimiento.

A mi me gusta ver “La doctora juguetes” o el “Rey León”; el fútbol me atrae cuando el balón se mueve rápido; porque justo en estos días, aprendo a correr tras una bola. Mi Amigo le coloca un premio adentro para motivarme a seguirla.

Antes de explicar por qué sí vemos tele, aclararé que nuestra visión es diferente a la humana; el cerebro sapiens crea la ilusión del movimiento cuando capta las imágenes a una velocidad de 40 por segundo, otros dan diferentes cifras.

Ciertos estudios indican que nosotros debemos verlas a más de 75 por segundo; percibimos los objetos que se mueven a mucha velocidad, ya sea un conejo o una persona en carrera, un carro y casi son invisibles los estáticos.

Esas pantallas de televisión proyectan las imágenes a 300 o hasta 1000 veces en un segundo, y las antiguas solo a 50; por eso es que mi abuelo se aburría cuando miraba hacia esa luz, puesto que todo iba muy lento.

Además, nosotros captamos los colores azul, amarillo, variantes del gris, verde, rojo y los naranja los percibimos como tonalidades del amarillo.

Vemos de maravilla en la oscuridad; pero a menos de 30 cm observamos borrosos los objetos, por eso los olisqueamos y tocamos. Eso sí, tenemos una impresionante visión periférica.

Hace poco le ladré a Mi Amigo para que colocara la pantalla a la altura de mis ojos, porque me cuesta mucho subir la cabeza; es lógico que esos aparatos estén instalados para que los humanos los vean, mientras están sentados.

Ver tele nos aporta varios beneficios, entre ellos: los relajantes, estimulantes y reforzadores de comportamientos. Los primeros nos ayudan reducir la ansiedad que sentimos, al separarnos de la manada humana.

Gracias a los estimulantes alentamos y desarrollamos nuestras capacidades mentales, destrezas y habilidades; los reforzadores nos permiten aprender conductas, por imitación y repetición.

Llegará el día en que producirán programas para nosotros, y seguro diremos: “!No hay nada que ver en la tele!”.

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