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martes, diciembre 3, 2024
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Mascotas: Soy como quiero ser

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Argos, de la Casa de Ulises

Solo el ojo del amo engorda al camello. Eso le ladré a Mi Amigo; cuando salgo de visita a mi otra casa, él insiste en que debo de estar vigilado, nada de confiarse, ni me dejen vagar, porque soy lo que soy.

Creo que las personas olvidan que somos especies diferentes: ellos sapiens, nosotros canis. Cada uno tiene comportamientos distintos, y para llevarnos bien, debemos respetar y entender la naturaleza particular.

La gente tiene muchos mitos sobre nosotros; y está bien que nos amen, nos llamen “perrihijos”, o tengamos “mamaperrunas”, y nos traten como “bebés de cuatro patas”, pero nunca deben de olvidar que no somos humanos.

Este asunto lo mastiqué con Nelson, mi entrenador. De él aprendí que a quien deben “educar”, es a los sapiens, porque son ellos quienes deben cuidarnos, para el bienestar de todos.

Los humanos -con buenas intenciones- nos llevan al parque para que socialicemos con otros camaradas; pero son ellos quienes desean ir a conversar con sus semejantes, a nosotros nos vale un hueso.

Con Mi Amigo o mi familiaperruna salimos a patear calle varias veces al día, tenemos una ruta, que a cualquier sapiens le parecería rutinaria; pues para mi no, la disfruto como si fuera la primera vez, porque siempre huele diferente.

Las aceras, los postes, los árboles, el zacate, cada esquina es un mundo nuevo, me detengo, lo aspiro para impregnarme de los olores, y pasan miles de imágenes y sensaciones por mi cabeza.

Cuando salgo con Mi Amigo somos nosotros dos, nada más. Me gusta ir a mi ritmo, detesto que me jalen de la correa y me obliguen a ir adonde no quiero; se trata de interactuar, de aprender a caminar juntos y disfrutar del paseo.

Mi Amigo aprendió que cuando entramos al parque él pasa primero; observa el entorno, a las personas, a los otros caninos, evalúa rápidamente los riesgos y decide si me libera o no de la correa. Bajo ninguna razón entro de primero.


Alguna que otra vez nos llevamos un buen susto, porque de pronto saltó un perrote de pocas pulgas, más grande y agresivo; incluso, más de una mirrusca me ha carrereado y hasta unos bichos alados.

En los parques, los centros comerciales, las calles, las casas, donde sea, hay perros de diferentes razas, tamaños, temperamentos y algunos son más territorialistas que otros, y solo quieren estar con su manada.

La receta perfecta para un pleito a mordiscos, o mal entendidos, es que lo dejen a uno corriendo como “perro sin dueño”. Los sapiens se sientan en las banquetas, cotorrean o pasan “pegados” al teléfono.

En el barrio donde vivimos hay tantos de nosotros como personas; incluso hay casas con más caninos que gente, por eso es importante tener reglas, protocolos, procedimientos, para convivir en armonía.

Hace miles de años comenzamos un proceso de domesticación, y dejamos de ser lobos salvajes; en el siglo 21, formamos parte de la familia humana. Podemos ser iguales, pero distintos.



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