Argos, de la Casa de Ulises
Desde que tengo memoria, nunca he estado enfermo; a veces vomito, pero eso es normal, es un mecanismo digestivo natural de defensa, porque acostumbramos engullir todo lo que nos atrae, y si nos desagrada lo expulsamos.
Una vez tuve la barriga inflamada, me sonaban las tripas y me caía a pedazos; me llevaron al veterinario y tenía algo así como una congestión estomacal, nada grave por dicha, pero me inyectaron varias veces y eso me dolió.
Fuera de esa ocasión, y alguna que otra donde estoy desganado para la comida, o sin ganas de salir -cosa rara en mí-, presumo de tener una salud a prueba de mordiscos, aunque Mi Amigo siempre está pendiente de mi bienestar.
Ladro todo esto porque en radioaullido escuché sobre un gigantesco hospital veterinario, que abrieron hace poco para atender todo tipo de mascotas, con salas para cirugías, internamiento, laboratorios y aparatos que nos ven por dentro.
Paré las orejas -¡Eso de los veterinarios me altera!- y jadeé con Mi Amigo sobre la importancia de la prevención, para identificar con tiempo si tenemos alguna deficiencia física -o emocional-, y tratarla antes de que se complique.
El día que me pusieron el refuerzo de la vacunas, el doctor nos advirtió que ya era hora de mi limpieza dental, porque eso protegería mis encías, y evitaría molestias en mis colmillos.
A partir de los dos años nos tienen que limpiar el sarro, para eso nos duermen un poquito, porque es un poco incómodo el líquido que usan para la quitar ese residuo de comidas.
En asuntos de salud, los caninos somos muy parecidos a los humanos; basta ladrar que -según la revista Science- compartimos alrededor de 650 millones de pares de bases de ADN, es decir, tenemos el 75% de genes parecidos.
Tendemos a padecer males similares. Uno de ellos son las enfermedades del corazón; una vez conocí a un chihuahua que murió de un infarto, de un momento a otro, se quedó dormido y despertó frente al Gran Perro.
¿Sobre cuáles patas se sostiene la medicina preventiva perruna? Tres. La nutrición, la vacunación y la desparasitación. Ahora en invierno explotan todas las larvas de los parásitos, y debemos salir a callejear bien protegidos.
Un domingo estuve en un partido de fútbol, y regresé con una pulga pegada al lomo; al otro día, me tomé una pastilla especial contra todo tipo de ácaros y garrapatas, sobre todo estas últimas, que son mortales.
Comer bien, en cantidad y calidad adecuada, es esencial; evitar golosinas y alimentos caseros, cuidar el sobrepeso y realizar mucho ejercicio. En mi caso, salvo que los japoneses estén equivocados, camino más de 10 mil pasos diarios.
Lo ideal es respetar las medidas básicas de higiene: agua limpia, alimentos en buen estado, al regresar de la calle nos deben limpiar las patas, cepillar el pelo, revisarnos la piel, y el cuerpo para detectar cualquier anomalía.
Cuerpo sano, mente sana, decían nuestros sabios caninos griegos.
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