Argos, de la Casa de Ulises
Esta nota fue elaborada con asistencia de IA
Hoy cumplo cinco años, un lustro completo como el líder de mi manada; la tradición ladra que el pastel de cumpleaños lo prepare Wendy, una pastelera con manos mágicas, y un corazón enorme.
Este año, su obra maestra fue un pastel de maracuyá, decorado con tanta dedicación y detalle, le llevó muchos días y horas de trabajo. ¡Imaginen eso! Tantas jornadas para crear el pastel que coronaría mi día especial.
¿Qué es un rey sin su manada? En mi mundo, la realeza no se mide en tronos o castillos, sino en la compañía fiel de quienes me protegen y cuidan.
Mientras disfrutaban el pastel, mi manada me sorprendió con una nueva pechera, un símbolo más de cómo los humanos buscan hacernos la vida más cómoda.
Mi pechera nueva no es de metal, ni lleva adornos dorados, pero me protege y distingue.
Como los antiguos caballeros, quienes adornaban a sus caballos con armaduras personalizadas, para protegerlos en batalla, una muestra de respeto y reconocimiento hacia sus compañeros más fieles.
Aún faltaban más sorpresas. Mi manada estrenó un nuevo vehículo, un carro eléctrico repleto de tecnología, que mis narices jamás habían olisqueado.
El “Argos Móvil” como le llamaron me dejó sin ladridos, y eso que, como buen Schnauzer alemán, no es sencillo impresionarme, porque estamos muy familiarizados con la precisión, y la excelencia en la industria automotriz.
Pero esta tecnología china, de última generación, y la comodidad en mi nuevo asiento superaron mis más exigentes expectativas.
Adentro de esa maravilla de auto pensé en cómo hemos avanzado, desde los días de los viejos carruajes, hasta estos modernos vehículos, con sus motores silenciosos y sus sistemas de ahorro energético.
Desde ahora, soy el orgulloso copiloto y no hay trono comparable con mi lugar fijo, junto al conductor, desde donde puedo observar cada detalle del camino.
¡Gua!, las vistas, los olores, y esa sensación de libertad que solo se obtiene al viajar en manada, explorando rutas, adonde mis patitas jamás han llegado.
Después de un almuerzo real, y una sesión de fotos (porque, claro, cada momento debe quedar registrado), nos subimos al nuevo “Argos Móvil”, para un recorrido inaugural, por mi vecindario.
Los asientos ajustables me hacen sentir como un verdadero emperador, moviéndose con solo un toque en la pantalla, hasta encontrar la posición perfecta para mi.
¡Hasta tengo control propio para el aire acondicionado! Ni reyes, ni príncipes, ni magnates, con toda su riqueza y poder, habrían imaginado algo tan sofisticado.
Y si el frío aprieta, puedo calentar mi asiento, ideal para una siesta confortable en los viajes largos.
Es fascinante ver cómo hemos llegado a un punto en la historia, donde la tecnología y el cuidado se entrelazan de formas, que ni los mejores escritores habrían imaginado.
Antes, se contaban leyendas de héroes y sus corceles, de viajes épicos y lealtades inquebrantables. Hoy, esas historias continúan, pero con asientos ajustables y controles de clima.
Y así, mientras me acurruco en mi rincón especial, soñaré con el próximo fin de semana, y los nuevos horizontes que exploraremos juntos.
Cerraré los ojos agradecido por esta vida que me tocó, por la manada que me cuida y por todos los años que aún nos quedan por disfrutar.
Porque al final del día, ser el Rey de la Manada no se trata de reinar, sino de compartir cada momento, cada viaje y cada aventura con aquellos que amas.
¡Hasta la próxima aventura, mi querida manada!
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