Région de Donetsk, Ucrania | AFP Kuzia, un francotirador de una unidad élite ucraniana, eligió uno de los fusiles largos tendidos en el piso de la sala antes de dirigirse al frente en el este de Ucrania, a algunos centenares de metros de las tropas rusas.
A los 20 francotiradores de la unidad los llaman los “Fantasmas de Bajmut” porque pasaron meses combatiendo a las fuerzas rusas en el poblado, destruido tras un año de feroces combates.
Kuzia se niega a decir cuántos soldados rusos mató desde el inicio de la guerra.
“No cuento mis objetivos, para mí no tiene sentido”, afirmó.
Pero el comandante de la unidad, vestido con una camiseta de “Fantasmas de Bajmut”, dice que hasta el momento mataron a 558.
Kuzia, alto y corpulento a sus 31 años, dice que no tiene problemas en matar al hombre que aparece en la mira de su fusil.
“¡Demonios, es el enemigo! Vino mi casa, yo no fui a la suya”, explica.
– Enemigo fuerte –
Kuzia integra un grupo unido, formado a partir de una prestigiosa brigada presidencial.
Se entrenó en la escuela ucraniana de francotiradores con combatientes experimentados, pero afirma que la mejor escuela es la experiencia.
“Seamos honestos, los mejores francotiradores se entrenan en Estados Unidos… y en Rusia. Llevan toda la vida luchando en guerras, en Afganistán y en Chechenia”, afirma.
“No se puede decir que el enemigo es más débil”, opina en lo que parece un elogio de sus homólogos rusos.
Pero los nuevos francotiradores rusos, formados en el campo de batalla, son menos efectivos, matiza.
Los francotiradores son todos hombres. Su base es un garage, donde pasan el tiempo entre dos misiones.
Cuando llega la orden, se ponen los pasamontañas, toman sus fusiles y son trasladados a una casa, muy cerca del frente, en las afueras de Bajmut, donde esperan, descansan y comen antes de pasar a la acción.
A diferencia de las películas, los francotiradores no siempre esperan en edificios altos, alejados de sus blancos.
En el terreno montañoso del este de Ucrania, eso suele ser imposible, dice Kuzia.
En realidad, pasa mucho tiempo arrastrándose lentamente de noche, mirando con miras telescópicas infrarrojas y atento a la información que le llega de drones de reconocimiento y walkie-talkies.
Es el principal “ojo” de la operación, el que ve las amenazas que la infantería no detecta.
– “Yo los cubro” –
“Yo les ayudo a entrar lo más seguro posible, los cubro”, indicó.
Sus órdenes son eliminar cualquier infantería rusa en una zona determinada, sin importar el rango.
El equipo de Kuzia está formado por su conductor, al que llaman “Kusch”, y un tercer hombre que lo sustituye si Kusch no puede llegar al punto de encuentro.
Tienen varios puntos de encuentro predeterminados en caso de que se caiga la comunicación.
“Normalmente, gracias a dios, todo está claro”, señaló Kusch, quien antes de la guerra trabajaba en el sector del calzado cerca de Kiev.
Pero el vehículo blindado del equipo es testigo de los riesgos que enfrentan.
Tenía un agujero de esquirlas en el techo que atraviesa el panel de instrumentos. También había astillas de balas en el vidrio reforzado.
Kusch también acompaña a los francotiradores a pie cuando revisan un sitio nuevo, indicó.
“Yo tengo que conocer más que ellos, la geografía del sitio, todos las carreteras de llegada”, dice.
“La carretera siempre es peligrosa”, afirma. “Si algo sale mal, yo soy el mensajero, una persona muy importante”.
– Fracciones de segundo –
Según Kuzia, el comandante que arma el grupo de francotiradores los escoge en base a su fortaleza psicológica y mental, para determinar “si eres una persona resiliente, si puedes soportar la presión psicológica”.
También es importante que “podamos trabajar uno con el otro y entendernos”.
Siendo reservista, fue a combatir inmediatamente después de la invasión rusa y se unió a un pelotón de fuerzas especiales que combatía cerca de Kiev.
Se convirtió en francotirador “por casualidad”.
Admite que sintió nervios la primera vez que disparó con un rifle de francotirador, y solo tuvo éxito en el tercer tiro.
Pero desde entonces no ha tenido problema.
“No puede haber ninguna duda en el momento de apretar el gatillo”, dice.
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