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viernes, abril 19, 2024
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Página Negra: El limpiabotas que llegó a ser “O Rei” del fútbol

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Imágenes tomadas de internet


Creyó que no servía para el fútbol, y nunca haría una carrera en ese deporte. A punta de pases, regates, gambetas y goles fundó una dinastía balompédica; y fue actor, cantante y promovió su nombre como la primera marca planetaria.

Por aquellos días de 1956 un garoto tímido, enfermizo, bajito, con permiso de su mamá, doña Celeste, llegó al campo del Santos F.C, para probar suerte, y ganarse unos cincos para el hogar.

Relatan los cronistas que el papá, Dondinho, se retiró del fútbol por una lesión en la rodilla; una vez lo vio llorar, justo el día que Uruguay -en el Maracanazo- arrebató la Copa del Mundo a la selección de Brasil, en 1950.

Para consolar a su progenitor, el pequeño “Dico” -apodo familiar de Edson Arantes Do Nascimento – profetizó que un día ganaría un Mundial, según un artículo de la agencia AFP.

Los dioses del fútbol alumbraron a Edson el 23 de octubre de 1940, en Tres Corazones, en el estado de Minas Gerais; ahí creció como cualquier otro chiquito, con sueños e ilusiones. Pero Dico no era un niño del montón.

Quien un día sería “O Rei”, empezó a ganarse la “feijoada” como lustrabotas, si bien la vida le tenía marcado un destino lleno de gloria, y fama mundial.

El espíritu del fútbol lo marcó desde la adolescencia. En las calles aprendió a dominar el balón; poseía notables habilidades técnicas, un poderoso remate con ambas piernas, capacidad de anticipación y un ritmo cadencioso en su juego.

En las “peladas” del barrio moldeó y pulió su talento; a veces jugaba con algún equipo informal, donde derrochaba alegría y creaba el arte del “futebol”.

Nadie creyó en él. Los mejores cuadros lo rechazaron; solo Waldemar de Brito, un exprofesional que compitió con Brasil en el segundo mundial de 1934, en Italia, le dio la oportunidad en el Bauru AC (BAC).

El prodigio hizo maravillas y lo apodaron el “Baquinho”. Los periódicos olfatearon al fenómeno y pronto presionaron, para que de Brito lo llevara al Santos, con solo 15 años, donde desarrollaría todo su potencial futbolístico.

Ahí sería conocido como Pelé, una derivación de Bilé, un portero amigo del padre. El primer puesto que tuvo en un equipo fue guardameta, y dicen que era muy bueno bajo los tres palos. Algunos lo comparaban con Bilé, y de ahí el mote.

En un juego contra el equipo Radium anotó ocho goles, y los organizadores de la Liga de Fútbol Amateur -según cuenta Luiz Carlos Corderio en “Pelé de Bauru”- le prohibieron pasar de la media cancha, para “no matar el torneo.”

Reservado, serio, talentoso pero trabajador, el goleador compulsivo tuvo su primera desdicha. Perdió un penal en el partido decisivo de una competencia, en la que su equipo terminó en el segundo lugar y quedó desmoralizado.

Decepcionado, escribió a sus padres: “Sé que nunca seré un gran futbolista. Yo no nací para hacer esta carrera. Eso acaba de quedar demostrado”, así consta en la biografía de Alain Fontan, “El Rey Pelé”:

Pero se aferró a un clavo ardiente, y en enero de 1957 firmó con el Santos FC.  El novato alineó en nueve partidos consecutivos sin poder anotar, su peor racha en 18 años de carrera con ese cuadro.

Fueron cuatro meses muy duros; al fin, el 15 de mayo logró dos goles y la crónicas deportivas exaltaron la hazaña.

Pelé salió en los diarios y maravilló a Silvio Pirillo, al cazatalentos de la Seleção, quien lo señaló para el Mundial Suecia 1958.

El destino avanzó a zancadas. Desde el 7 de julio Pelé vistió la casaca auriverde y enfrentó a Argentina, en el Maracaná. Aunque pierden, la historia del futuro, y único triple campeón del mundo, comenzó a rodar.

Al final del torneo el mesías futbolero tuvo su epifanía: “En mi primer campeonato anoté 36 goles, para un jovencito de 16 y 17 años, fue una gran hazaña”, recordó el ídolo, en la página del Santos.

Pelé debutó con la selección brasileña con 17 años, en el Mundial de Suecia en 1958; sobre la cancha desplegó un juego artístico, fluido, dominador, con gran control de la pelota, y un disparo certero al marco.

Aquel “jogo bonito” era las antípodas del fútbol de fuerza y pelotazo de los anglosajones, o la improvisación de los mediterráneos.

En el Mundial de Suecia era un garoto prometedor; llegó como suplente y regresó con la aureola de las leyendas.

Los franceses le endosaron el “O Rei”. La leyenda había nacido, y se confirmó al liderar los triunfos mundialistas de Brasil en las Copas de Chile 1962 y México 1970.


Vida de telenovela

La vida privada de Pelé, sin ser tan accidentada como la de Diego Maradona, fue muy enrevesada; de acuerdo con un reportaje de la agencia AFP, estuvo casado tres veces y engendró siete hijos.

Uno de ellos -Edinho- terminó con sus huesos en la cárcel; Xuxa -exesposa del astro- posó desnuda en una revista para adultos, y llegó a ser la reina de la televisión infantil brasilera.

Procreó -con una mucama- una hija bastarda, Sandra Machado. Al cabo de una pugna legal, los tribunales fallaron en favor de la joven; ella contó -con pelos y señales- la historia en “La niña que el rey no quiso”.

También, Pelé fue rechazado por sus dos nietos, por haberlos “abandonado intelectual, moral y materialmente”.

Con su primera mujer, Rosemeri Cholbi, tuvo tres hijos: Kely Cristina (1967), Jennifer (1978) y a Edinho (1970). Por esos días nació Flavia (1968), fruto de un amorío ocasional con la periodista Lenita Kurtz; a esta si la reconoció.

A raíz del contrato con el equipo Cosmos, en 1975, toda la familia se fue a Nueva York. Tras el divorcio de la pareja, en 1980, ellos se quedaron con su madre en la ciudad de los rascacielos.

El menor le dio muchos dolores de cabeza; él los atribuyó a la ausencia del famoso padre. “Solo lo veía dos o tres veces al año para los cumpleaños y Navidad. A menudo nos hacía reunir y no venía”, explicó Edinho.

Al regresar a Brasil, a sus 16 años, intentó surgir como guardameta, pero atrajo los titulares de la prensa por sus enredos legales. En el 2017 lo condenaron a casi 13 años de prisión, por lavar dinero del narcotráfico.

El segundo matrimonio fue con la psicóloga y cantante de gospel, Assiria Lemos Seixas, en 1994. Dos años después nacieron los mellizos Joshua y Celeste. La pareja se separó después de 13 años.

En 2020, su exesposa inició un proceso judicial por falta de pago de la pensión alimenticia.

Todavía con 75 años se casó por tercera vez con Marcia Cibele Aoki, una empresaria de 42 años, a quien conoció en Nueva York, en los años 80. La volvió a ver en un ascensor de un edificio en Sao Paulo, y la llama encendió otra vez.

“O Rei” fue la primera figura global del deporte; aprovechó su fama para descollar como cantante, actor, político y ganó mucho dinero con su nombre. Fue, de los pocos deportistas, que pudo superar el éxito.

Tras su muerte, este 29 de diciembre, se alinean en la fila de sucesión varios aspirantes, algunos dicen que Lionel Messi es el favorito, otros que Kylian Mbappé y unos pocos Cristiano Ronaldo.

El Rey ha muerto, pero los mitos no mueren, viven en la memoria de quienes los recuerdan.


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