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jueves, noviembre 21, 2024
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De asesino a empleado funerario: la rehabilitación de convictos en China

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Imagen por Jade GAO

Shenyang, China | AFP  Antes encarcelado por asesinato, Cao Yongsheng se gana ahora la vida cuidando de los muertos gracias a un programa de rehabilitación en China que da a estos criminales una segunda oportunidad como trabajadores funerarios.

Es una insólita estrategia para ayudar a expresidiarios, muchos de los cuales aseguran que la falta de programas de rehabilitación, la escasez de habilidades y la arraigada discriminación los empujan a reincidir.

Cao estuvo entre rejas 17 años por matar a una persona y herir de gravedad a otras dos. Trabajar en una funeraria permite “dar consuelo a los fallecidos (…) y expiar los crímenes”, asegura.

“Es una especie de absolución espiritual para mí”, dice a la AFP este hombre de 56 años, que trabaja en un tanatorio en la ciudad nororiental de Shenyang, repleto de ataúdes, incienso y pilas de papel moneda que se quema en los funerales chinos.

En China hay alrededor de 1,7 millones de presos, según datos recopilados por el World Prison Brief de la Universidad de Londres, el país con mayor cantidad después de Estados Unidos.

Sin embargo, sus autoridades no publican regularmente cuántos de ellos reinciden al quedar en libertad.

Este proyecto gestionado por voluntarios ofrece formación y apoyo financiero a exprisioneros para poder empezar una carrera como sepultureros y mantenerse en el buen camino.

El grupo, conocido como “Mamá te despide en el cielo”, dice que es la única iniciativa de este estilo en China centrada en reformar delincuentes graves, que suelen definirse como aquellos que pasaron una década o más en prisión.

Para Cao, uno de sus primeros beneficiarios, el programa supuso cambiar un trabajo inestable y unas perspectivas sombrías por un ingreso regular, un matrimonio feliz y raíces profundas en su comunidad.

“Fue un gran punto de inflexión en mi vida”, dice en su puesto de trabajo, donde también está su socio empresarial, otro antiguo convicto.

“Sin esta plataforma, puede que no estuviera aquí ahora”, asegura.

– “No tenía nada” –

Más de 50 antiguos presos se han formado como trabajadores funerarios desde el inicio del programa hace cinco años, aseguran sus organizadores.

Los asocia con otros internos y les ofrece entrenamiento además de una inyección de dinero para poner en marcha sus negocios.

El trabajo es a menudo intenso, dado que los pueden llamar en medio de la noche para visitar a familias de luto, limpiar y vestir al fallecido y transportarlo hasta el crematorio, la estación final para la mayoría de la población en China.

Pero los participantes dicen que simplemente están felices de tener un empleo estable.

Sun Fengjun dijo que pasó una mala época tras quedar libre en 2013. Después de dos décadas en la cárcel por asalto, emergió en una sociedad transformada por un abrupto progreso económico.

“Ni siquiera podía manejar un teléfono”, dice el hombre de 52 años en su estrecha funeraria situada fuera de un gran hospital. “No tenía familia, no tenía nada y no tenía confianza”, explica.

Cuando buscaba trabajo, numerosos empleadores potenciales le pedían pruebas de que nunca había roto la ley.

Estos controles son habituales en muchas industrias en China, donde las condenas quedan de forma permanente en los registros de antecedentes penales, y excluyen a personas como Sun de muchas ofertas de trabajo.

“En esta sociedad, no podemos hacer la mayoría de trabajos. Necesitamos el certificado correcto, ¿pero cómo se supone que lo conseguimos?”, dice.

– “Éramos jóvenes” –

La ley china asegura que las cárceles deben transformar a los delincuentes en ciudadanos respetuosos con la ley mediante “una combinación de castigo y reforma, educación y trabajo”.

Los internos son habitualmente enviados a trabajar a fábricas y otros sectores, pero solo unos pocos aprenden las habilidades necesarias para volver a vivir en el exterior, dicen los activistas.

Aunque el negocio funerario es en comparación accesible para los antiguos reos, los tabús tradicionales sobre la muerte implican un escaso reconocimiento social.

“A través de trabajo duro y buen servicio, pueden ganarse la aprobación de otra gente y disfrutar de dignidad humana”, asegura Fu Guangrong, una abogada de 69 años que fundó el programa.

Más conocida como “Mamá Fu” en China, esta mujer acumula una larga trayectoria mejorando las condiciones de vida en las cárceles y muchos exconvictos la consideran como una segunda madre.

También empleado en una funeraria, Li Shuang, de 45 años, asegura que el programa le ha permitido ganador suficiente dinero para mantener a la familia mientras “limpiaba el alma”.

Li fue excarcelado en 2012 tras más de 14 años recluido por delitos como asalto y robo armado. 

“Éramos jóvenes y cometimos errores (…) Los caminos de nuestras vidas quedaron partidos por la mitad”, afirma.

“Ahora que nos hemos enderezado, espero que la sociedad no nos desprecie”, agrega.



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