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El cáncer de próstata es uno de los tipos más comunes de cáncer en hombres y es la segunda causa de muerte a nivel mundial en esta población.
Es poco común que afecte a hombres menores de 40 años, pero la probabilidad de padecerlo aumenta rápidamente después de los 50 años; momento en que no solo podría aumentar el número de nuevos casos, sino la agresividad del tumor.
En el 2020, el total de casos en Latinoamérica y el Caribe superó los 214 mil, ocasionando 57.415 defunciones, y se calcula que para el 2025, el número de nuevos casos aumentará en la región a 253 mil casos, por lo que una detección temprana combinada con un tratamiento adecuado es fundamental para detectar oportunamente la enfermedad.
“Es importante que los pacientes acudan a su médico de confianza si presentan síntomas como dolor en la espalda, caderas, tórax u otras áreas, dificultad cuando van a orinar, adormecimiento en los pies, flujo débil o deseos repentinos de orinar, y sangre en la orina, para que así obtengan un diagnóstico oportuno que marcará la diferencia e impactará su calidad de vida”, mencionó el Dr. Esteban Coto, Director Médico de AstraZeneca para Centroamérica y el Caribe.
El 84% de los pacientes con cáncer de próstata resistente a la castración (CRPC) tienen enfermedad metastásica (es decir que el cáncer invadió otros órganos) al momento del diagnóstico.
Es fundamental trabajar con procesos de educación en todo el ecosistema de salud, incluidos los pacientes y familiares, debido a que los beneficios de la detección y tratamiento en estados tempranos podrían ayudar a una disminución notoria en la progresión de la enfermedad y permitirían un mejor diagnóstico y tratamiento, considerando si el cáncer es de crecimiento lento o rápido.
La tasa de sobrevida a 5 años para cáncer de próstata localizado es casi del 100%, pero en etapa avanzada es del 30%; de allí la importancia de que los pacientes valoren su condición de salud con médico especialista, quien podrá recurrir a análisis como el Antígeno Prostático Específico (APE) y Tacto Rectal (TR), o las pruebas genéticas en caso necesario.
Si el paciente es diagnosticado con un tumor en la próstata, deberá tener un seguimiento regular que incluya el APE cada 6 meses, el tacto rectal cada 12 meses, resonancia magnética cada 12 meses de ser requerido, y biopsia de próstata con una frecuencia no superior a 12 meses.
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