Imágenes tomadas de internet
Ideas retorcidas y trenzas ceñidas. A los cinco años tenía ante sí una carrera prometedora; pero las frustraciones amorosas juveniles, sus escarceos con un actor porno y con el mundo de las drogas, frustraron aquellos anhelos infantiles.
Antes de que Jenna Ortega aterrizara en Netflix, y volviera viral sus bailes en “Wednesday Addams” -de Tim Burton-, existió Lisa Loring, la primera niña que fue “Miércoles” y vivía en un televisor, con su extraña familia: “Los locos Addams”.
Ella vivió en un mundo sin Internet, redes sociales, videojuegos o teléfonos celulares; pero durante 64 capítulos televisivos -entre 1964 y 1966- enamoró a millones de espectadores, con las fúnebres aventuras de sus parientes.
Por aquellos días, los niños -nuestros actuales abuelos- seguían las ocurrencias semanales de Homero, Morticia, el tío Lucas, Pericles, el mayordomo Largo, Dedos y otros personajes, inspirados en las caricaturas de Charles Addams.
Este fue un célebre dibujante de la revista “New Yorker”, quien en los años 30 -del siglo 20- creó una familia disfuncional, que vivía en una casa solariega y fantasmal, cerca de un cementerio.
La peculiar tribu la formaba una tétrica pareja, dos hijos con tendencias salvajes para divertirse, un tío antisocial, un mayordomo que parecía la copia de Frankestein, una abuela embrujada y una masa de pelos llamada el Tío Cosa.
Entre ellos destacaba Merlina -el nombre que le dieron en la versión latina-; originalmente Charles la llamó “Wednesday”, basado en la letra de una canción infantil: “La niña Wednesday está llena de aflicción”.
Quienes no la vieron, pueden buscarla en la red. Era una niña pálida, delicada, sensible, tranquila, amante de los “picnics”, explorar cavernas con “María Antonieta”, su muñeca decapitada, y “Homer”, su araña favorita.
Usaba vestidos negros -como su madre Morticia- con cuellito blanco, medias negras y zapatos cerrados de igual color, para disimular que padecía polidactilia, tenía seis dedos en un pie, el signo de los brujas en la Edad Media.
La pequeña Lisa encarnó a la perfección a Merlina. Era reservada e imaginativa, un toque poética, y a veces berrinchosa; tal vez por el divorcio de sus padres, un par de jóvenes empleados de la marina norteamericana.
Su madre Judith, tenía ascendencia polinesia y el papá -John- raíces caucásicas; ella nació el 16 de febrero de 1958 en Kwajalein -Islas Marshall-, pasó parte de su infancia en Hawaii, y a los tres años se fueron a Los Ángeles.
Ahí comenzó una precoz carrera como modelo infantil y actriz; a los 15 años quedó sola, pues Judith murió de alcoholismo crónico a los 34 años.
Amores turbios
Las desgracias nunca vienen solas. A los 16 años se enrolló con Farrell Founberg, su novio de la adolescencia y pronto nació Vanessa. El matrimonio duró un año.
Su vida amorosa y su carrera iban cuesta abajo. Solo actuaba en películas de segunda, y en papeles de relleno.
A los 23 años pasó de nuevo por la vicaría; se unió a su colega Doug Stevenson, con quien tuvo a Marianne, pero el amor acabó a los tres años.
En el set de la película porno “Traci big trick” conoció al actor Jerry Butler, y a los pocos meses cambiaron anillos; esta relación fracasó por la adicción al sexo de Butler; tras cinco años de peleas de alcoba, cada uno siguió su destino.
Con los enredos amorosos vinieron las depresiones, y se enganchó con la heroína; intentó suicidarse y debió ingresar a un programa de rehabilitación, tras encontrar el cadáver de su mejor amiga, muerta por una sobredosis.
Salió del pozo y recayó en otro matrimonio fugaz, esta vez con Graham Rich; aunque vivieron juntos solo tres años, pasaron casi once hasta que reconoció la separación.
Después de brillar con la familia Addams, la pequeña Lori tuvo una breve aparición en “La chica de CIPOL”; probó en “La isla de la fantasía”, en “Barnaby Jones”, en telenovelas y películas baratas de terror.
Los descalabros sentimentales, sus adicciones y la ausencia de papeles relevantes la relegaron al olvido, hasta que en el 2014 apareció en “Way Down in Chinatown” y “Doctor Spine”, su último trabajo conocido.
Los chismosos de Hollywood afirman que Lori -una veterana sexagenaria- consiguió trabajo como relacionista pública en algunos hoteles; también estudió diseño de interiores, y su vida se calmó.
La fama, a como viene se va. A Lisa Loring, como dice Joaquín Sabina, le duró: “lo que duran dos peces de hielo en un güisqui on the rocks”.
Donde todavía reina, vestida de luto, cabello trenzado, arácnido y muñeca descabezada en la mano, es en las convenciones de Comic-con.
Allí recibe el baño de cariño de sus fans; para ellos siempre será la auténtica y única “Wednesday”.
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