Imagen por Brendan Smialowski / AFP
Washington, Estados Unidos | AFP El riesgo de una crisis de la deuda en los países en desarrollo va en aumento, advirtió este martes el Banco Mundial (BM), que llama a los acreedores a favorecer las reestructuraciones de pasivos antes de que sea demasiado tarde.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) lo advirtió y el Banco Mundial (BM) lo confirma: más del 60% de los países en desarrollo están a punto de sumergirse, si no lo están ya, en una crisis de la deuda.
Y es que los países más pobres y los emergentes podrían verse imposibilitados de honrar sus obligaciones si ocurre una recesión global y el crecimiento económico se debilita en los próximos años, asegura el BM.
Durante la última década, el endeudamiento de los países en desarrollo se ha duplicado con creces, hasta alcanzar los 9 billones de dólares en 2021, y probablemente más en 2022, según el informe anual del BM sobre la deuda internacional, publicado este martes.
Existen múltiples razones que explican esta situación: depreciación de monedas frente al dólar (la divisa en la que suele contraerse deuda), subidas de las tasas de interés que encarecen los créditos, así como de los precios de la energía, de los alimentos y de los fertilizantes, que agotan las reservas de divisas.
“Para los países en desarrollo, el panorama es sombrío, tanto a corto como a mediano plazo”, declaró el presidente del Banco Mundial, David Malpass, en rueda de prensa.
“El acceso a la electricidad, los fertilizantes, los alimentos y el capital, seguirá siendo limitado durante un período prolongado”, añadió.
Esto empeora las dificultades de los países más pobres, que ya gastan más del 10% de sus ingresos anuales en pagar la deuda. Además, la institución financiera está preocupada por el riesgo de que se agoten sus opciones de refinanciación.
“La combinación de un altísimo nivel de endeudamiento y un alza de las tasas de interés conducirá a una captación importante de capital global por parte de los países desarrollados durante un período prolongado”, insistió Malpass.
Tasas altas en países considerados seguros para invertir, atraen capitales.
– Nuevos acreedores –
La subida de tipos de interés obliga a los países, sobre todo a los más vulnerables, a refinanciar la deuda, lo cual supone nuevas emisiones, pero a tasas más caras. Esto les resta capacidad de invertir en proyectos.
Ante esta situación, el BM llama a los acreedores a actuar cuanto antes para ayudar a reestructurar pasivos.
Pero, como reconoce Malpass, “la composición de la deuda ha cambiado radicalmente, lo que complica estas reestructuraciones, que son más que necesarias”.
Hasta hace poco la deuda estaba principalmente en manos de los países del Club de París (una veintena, incluidos el G7 y Rusia), pero pasó bajo control del sector privado (61%).
Y varios Estados no miembros del Club de París, como China, India y los países del Golfo, han aumentado su participación en los pasivos de las naciones emergentes o en desarrollo.
En algunos casos, China acumula casi la mitad de los préstamos a un Estado.
Las cláusulas de los contratos entre los países y estos nuevos acreedores suelen permanecer en secreto, lo que complica aún más la revisión de la situación financiera al momento de evaluar una reestructuración.
Es sobre todo el caso de China, cuyos préstamos pueden provenir tanto del Estado como de determinadas provincias o de empresas públicas, lo que impide una visión de conjunto.
Las dificultades de los países en desarrollo se deben “en parte al enorme aumento del monto de la deuda” con China, insistió Malpass.
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