Imagen por Fayez Nureldine / AFP
Riad, Arabia Saudita | AFP Tres días después de un partido de gala contra el París SG de Lionel Messi y Kylian Mbappé, Cristiano Ronaldo debutará el domingo (17h30 GMT) en el campeonato de Arabia Saudita, nueva etapa en la estrategia de reconocimiento internacional de la rica monarquía petrolera mediante el deporte.
Acostumbrado a jugar ante 80.000 espectadores en Old Trafford y en un estadio todavía más grande en el Real Madrid, Ronaldo descubrirá su quinto campeonato en un escenario mucho más íntimo: el Mrsool Park de Riad, un estadio de 25.000 butacas en el que su nuevo equipo Al-Nassr se enfrentará al Al-Ettifaq.
La atmósfera del edificio, mucho menos ruidosa que en Europa, contrasta con la ambición de Arabia Saudita, que piensa a lo grande con la firma del cinco veces Balón de Oro.
Ya lo demostró el jueves por todo lo alto, con el amistoso entre el PSG y una selección de futbolistas que juegan en el país, entre los que está ahora Cristiano Ronaldo. Los campeones de Francia ganaron el partido por 5-4, delante de 60.000 espectadores.
Podio, medalla, trofeo e incluso un gran espectáculo de fuegos artificiales: la organización hizo todo lo posible para hacer olvidar que se trataba de un amistoso y del valor deportivo puramente anecdótico de este partido de gala.
– “Objetivo final”, los JO –
“Es un gran partido pero no es nada comparado con lo que va a pasar con la Visión 2030”, se felicitó Turki Al-Sheikh, jefe de la Autoridad General de Entretenimiento, en referencia al ambicioso plan de desarrollo de Arabia Saudita.
“Mi dirigente va a sorprender a los sauditas con todavía muchas cosas”, añadió Al-Sheikh, conocido en España por ser propietario de la Unión Deportiva Almería, en referencia al príncipe heredero Mohammed ben Salmane, de facto a las riendas del país. “Estamos listos para satisfacer sus peticiones en todo momento. Pero lo que va a llegar es todavía más grande”.
Porque el primer exportador de petróleo bruto al mundo, no se quiere quedar ahí. El país, en el que el rally-raid Dakar acaba de terminar, busca organizar una Copa del Mundo de fútbol como hiciera su vecino catarí, pero también Juegos Olímpicos de verano e incluso de invierno, a pesar de las fuertes temperaturas en la región.
Arabia Saudita está ya en conversaciones para presentar una candidatura común para organizar la Copa del Mundo 2030 junto a Egipto y Grecia, mientras que el año pasado, su ministro de Deportes declaró a la AFP que acoger los Juegos Olímpicos era “el objetivo final”.
La llegada de Cristiano Ronaldo, estrella del fútbol del siglo XXI, con un contrato con el Al-Nassr de un valor de 200 millones de euros por dos años y medio, según una fuente cercana al club, se integra totalmente con esta ambición desenfrenada.
La estrella portuguesa ha firmado otro contrato de 200 millones de euros igualmente para promover la candidatura saudita a la organización del Mundial-2030, según la misma fuente.
Mientras tanto, CR7 lanza un nuevo desafío en su carrera, en el anonimato de este campeonato saudita sin grandes nombres ni equipos muy mediatizados, en un equipo que actualmente ocupa la segunda posición en el ecuador de la temporada.
– “Soft power” –
¿Podrá el hombre de los cinco Balones de Oro atraer por si solo la luz sobre el fútbol local a largo plazo?
“El traspaso de Ronaldo tan solo es el principio”, valora Danyel Reiche, profesor en la Universidad de Georgetown de Catar. “Aunque Messi vaya o no a Arabia Saudita, veremos más superestrellas instalándose”, dice a la AFP este especialista de la diplomacia del deporte.
Según Reiche, la “atención internacional” se va a intensificar ahora, como ocurrió en Catar, sobre diferentes asuntos de Arabia Saudita como los derechos de las mujeres, de los trabajadores migrantes o de las personas del colectivo LGBTQ.
Según el profesor, el partido del jueves entre las dos leyendas vivas del fútbol envió un “mensaje muy fuerte”. “Es también una manera de decir: ‘Miren como estamos cambiando'”.
“Comprenden que no pueden contar con el poder militar y político, pero que tienen que tener un ‘soft power”, remarca.
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