Argos, de la Casa de Ulises
La lluvia cesó. Aprovechamos la noche para salir a caminar, y atender el llamado de la naturaleza. En eso que levanté la pata para orinar, y vi unas lucecitas titilantes.
Pregunté por qué las estrellas estaban tan bajitas, y Mi Amigo sonrió; son las luces navideñas en las ventanas, árboles, verjas y portones, pues los ticos ya están en “modo navideño”.
Ladré para mis adentros: “Ya veo porque dicen que este es el país más feliz del mundo.” Los ticos siempre tienen un motivo para celebrar.
Desde hace unos días olisquié un cambio en el ambiente, incluso en la actitud de los humanos, que confirmé cuando fui al centro comercial y vi los estantes con juguetes, adornos y ese señor barbiblanco, de traje y cara roja, con botas negras.
Tal vez este sea el primer país del mundo adonde llega de primero el espíritu navideño; para los católicos comienza el 24 de diciembre y termina el 6 de enero, pero los caninos creemos que todos los días son Navidad.
La razón es muy sencilla, nosotros pasamos en una felicidad continua, en armonía con las demás especies -sobre todo los sapiens-, vivimos la armonía familiar, la unidad, la solidaridad y la amistad.
En mi caso, todos los días agradezco por corretear, dormir a pata suelta, tener golosinas al alcance del hocico, estar con humanos que me cuidan, jadear cuando mastico un hueso, rascarme las orejas o chuparme donde me gusta.
Lo único que pido de regalo -aunque recibo con gratitud lo que me den- es estar con mi manada humana, mi mamáperruna, los camaradas del parquecito y aullar villancicos todos juntos.
Escuché en “Ladrinoticias” que dejará de llover, y entrará el verano; eso me agrada porque saldré más veces al día, sin capa ni paraguas; iremos a pasear al campo o a la playa, solo que hará frío en las noches y madrugadas.
Ya tengo la agenda llena. Viene el Mundial -y esperamos las emociones de la Sele-; también, por primera vez, quienes así lo prefieran podrán celebrar el Día de Acción de Gracias; acaban mis entrenamientos, por lo menos en este año.
Como mi trabajo es observar a los sapiens, en particular a Mi Amigo, disfruto los preparativos navideños: buscar la caja con las lucecitas, y probarlas; aunque ya pusimos unas fijas en el jardín, donde crece la hiedra por la pared.
Sacamos bombitas, adornos y muñequitos, para uno de los juegos que más me encanta: “¡Ir a comprar el arbolito navideño!”, apenas escucho esas palabras, mi nariz se mueve de lado a lado, solo de imaginar el olor a ciprés.
Todos los años es el mismo ritual; vamos a un lugar donde los siembran y puedo escogerlo, corro entre los arbolitos y cuando uno me gusta: me planto, subo la pata y lo marco.
Mi Amigo me mostró varias fotos con unos pinos llenos de una cosa blanca; él dice que es nieve, pero creo que está equivocado: ¡Es helado que cae del cielo!
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