Laura Sauma
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El inicio de año trae la promesa de nuevos comienzos y la oportunidad de reflexionar sobre nuestras metas y propósitos. Mientras leía el último libro de Andrés Oppenheimer, Cómo salir del pozo, y reflexionaba sobre su análisis acerca de la búsqueda de la felicidad en un mundo cada vez más desafiante, me pareció este un tema ideal para inaugurar esta columna en el 2024.
El autor explora la importancia de establecer metas realistas y alcanzables, así como la necesidad de cultivar relaciones significativas, tener acceso a espacios verdes y encontrar un propósito en la vida.
Su enfoque perspicaz sobre la psicología de la felicidad ofrece una valiosa guía para quienes buscan mejorar su bienestar emocional.
Claro está, no hay realidades endulzadas: lo primero para ser feliz es tener las necesidades básicas satisfechas; luego, se requiere del crecimiento económico, aunque este por sí solo no es suficiente, como han advertido desde hace mucho diversos enfoques.
Por ejemplo, la ola de descontento que recorre el mundo permite que personas impresentables lleguen al poder. Pues de ello puede concluirse como útil, concentrarnos en cómo lograr que el nivel de satisfacción ciudadana mejore.
Si analizamos ese fenómeno como país, vemos que resultaría sumamente beneficioso para nuestro progreso social, involucrarnos en proyectos de voluntariado en nuestras propias comunidades.
La sensación de pertenencia y de camaradería que eso genera nos capacitará para vivir una vida más plena, mientras mejoramos el funcionamiento de aspectos importantes en los lugares donde vivimos.
Ese enfoque podría desencadenar un efecto cascada inverso, quizás incitando a los políticos en el poder y a los grupos de presión a trabajar en políticas públicas que promuevan el bienestar ciudadano, en lugar de centrarse únicamente en sus propios intereses.
Al inicio de un nuevo año, recordemos la importancia de priorizar nuestra felicidad y bienestar particular. Solemos concentrarnos en metas económicas, materiales o de apariencia, pero ¿qué hay de nuestro propósito individual?
Esa fuerza que nos lleva a encontrar razones para sonreír cuando todo parece perdido, esa que nos permite levantarnos y luchar incluso cuando estamos agotados.
Si comenzamos ahora a prestar atención a nuestro nivel de satisfacción, será más fácil adoptar una mentalidad de esperanza y resiliencia en lugar de caer en la habitual desesperación: cabe recordar que siempre hay luz al final del túnel.
Podemos transitar la vida como pesimistas o como optimistas, es nuestra elección; pero los segundos, sin duda, disfrutan más y viven vidas más largas y sanas.
Entonces ¿por qué optar por el otro camino si sabemos que lo pasaremos peor? Es posible que se pregunten ustedes: “Pero, si soy pesimista ¿ya no puedo cambiar?” La buena noticia es que podemos entrenar nuestro cerebro para dejar de serlo.
En su libro, Oppenheimer nos desafía a rechazar la resignación y a abrazar un espíritu de posibilidad y de cambio. En última instancia, nos recuerda que, independientemente de cuán profundo sea el pozo en el que nos encontremos, siempre hay una salida si estamos dispuestos a luchar por ella.
Entonces, a medida que nos esforcemos por cumplir nuestros propósitos para el año nuevo, tratemos de tener esperanza aún en medio de la adversidad y cultivemos una mentalidad positiva que nos guíe hacia una vida más plena y satisfactoria.
¡Por un próspero y feliz año 2024 para todos!
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