Imagen tomada de internet con fines ilustrativos (Rutas Naturbanas / Perfil)
Laura Sauma
articulista@icorpcr.com
Durante mucho tiempo, los tesoros naturales de Costa Rica han permanecido ocultos, en los rincones más remotos del territorio. Ahora es el momento de desatar su potencial, y convertirlos en motores que impulsen nuestro desarrollo.
Con una geografía envidiable y una biodiversidad incomparable, nuestro país está en una posición privilegiada para aprovechar al máximo su riqueza natural.
No obstante, para lograrlo, instituciones clave como el INVU, en coordinación con el IFAM y las municipalidades, deben de llevar a cabo un mapeo exhaustivo del territorio.
Así se identificarán zonas comerciales, industriales, áreas protegidas y cuerpos de agua; a partir de esa visión macro se podría trazar un plan, que permita la creación de una red de senderos de desarrollo interconectados en cada cantón.
Dichos senderos ofrecerían, a su vez, rutas deportivas, culturales, gastronómicas y turísticas a nivel nacional.
Con una iniciativa como esta, Costa Rica se promovería en el plano internacional, como un paraíso que se puede recorrer de punta a punta, a lo largo de rutas naturales.
Este ambicioso proyecto fomentaría no solo el esparcimiento y la seguridad local, sino también el emprendimiento y la generación de empleo, por medio de encadenamientos económicos alrededor de los senderos. Eso, permitiría contener la migración de las zonas rurales a las urbanas.
En el proceso, claro está, las municipalidades tendrían un papel fundamental, diseñando la infraestructura necesaria, brindándole mantenimiento y seguridad; y evitando imponer requisitos burocráticos a quienes estén dispuestos a arriesgarse, para no dificultar así el emprendimiento local.
Por ejemplo, no se debería exigir a un food truck las mismas condiciones que a un restaurante, ubicado en un lugar específico. Desde el ámbito administrativo, debe reconocerse que cada negocio tiene sus particularidades, y aporta a la economía de una manera única y específica.
Es crucial que realicen un detallado levantamiento de los atractivos turísticos, tanto naturales como culturales, así como identificar propiedades inactivas en manos de instituciones públicas.
Además, es necesario ubicar y preservar los parques municipales, nacionales y fincas de conservación, tanto públicas como privadas.
También se debe dar importancia a la rehabilitación de márgenes de ríos y cuerpos de agua, con campañas de reforestación y la inclusión de espacios para la siembra de árboles frutales y nativos en el diseño de aceras, para atraer a la fauna local.
Este enfoque integral no solo beneficiaría a las comunidades locales, brindándoles alternativas de desarrollo económico, de turismo y contacto con la naturaleza, sin tener que desplazarse largas distancias, incluso mejoraría la situación de nuestros acuíferos, embellecería las ciudades, promovería los corredores biológicos, y reduciría la presión sobre el sistema de salud, al fomentar un estilo de vida saludable.
Parte de los recursos económicos generados por estas actividades podrían destinarse a la creación de centros culturales y deportivos locales, donde los jóvenes puedan apasionarse por disciplinas y cosechar sus beneficios. Así crearíamos un círculo virtuoso en vez de dejar que se sigan perdiendo, en el mundo de las drogas y la desesperanza.
Con las elecciones municipales a la vuelta de la esquina, es momento de pedir planes de desarrollo para cantones inteligentes, en lugar de conformarnos con candidatos que solo prometen resolver problemas básicos, como la recolección de basura, arreglar los huecos en las calles o acabar con la corrupción.
Lo que necesitamos para lograr que Costa Rica sea un país, donde naturaleza y desarrollo convivan armoniosamente, es la visión de líderes que piensen a gran escala y con el ciudadano en el centro. ¿Le gustaría vivir en un lugar así? Si su respuesta es sí, es hora de impulsar el cambio desde su comunidad, y apoyar iniciativas en esa dirección.
Tengamos claro que tales transformaciones provendrán de una ciudadanía informada, y exigente, que no solo espera soluciones inmediatas, las propone y trabaja incansablemente por alcanzarlas. ¡Es hora de actuar!
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