Laura Sauma
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En Costa Rica, como en muchos otros países, el desempleo femenino es una realidad que afecta a un gran número de mujeres. Las estadísticas indican que las mujeres tienen una tasa de desempleo más alta que los hombres, esto implica que enfrentan mayores obstáculos para encontrar empleo y construir una carrera.
Ante esa situación, a mi juicio, es necesario abordar el problema del desempleo femenino desde una perspectiva de empoderamiento, en lugar de aplicar el asistencialismo, como ha sido lo tradicional.
Se debe trabajar en crear un ambiente que favorezca la igualdad de oportunidades para las mujeres, y fomentar su desarrollo laboral y personal.
Una forma de lograr eso, ya se sabe, es por medio de la educación. El acceso a esta, y la formación profesional, es fundamental para que las mujeres puedan adquirir las habilidades necesarias para competir en el mercado laboral.
Las empresas también pueden contribuir a este proceso, mediante programas de capacitación y desarrollo para sus empleadas, lo que les permitirá crecer y avanzar en su carrera.
Paralelo al imprescindible esfuerzo educativo, se deben establecer políticas públicas que permitan a las mujeres combinar sus responsabilidades laborales, con las familiares.
El truco es dejar de hacerlo encareciendo la contratación de mujeres, y creando los apoyos, sin aumentar impuestos, crear más instituciones o distorsiones.
Así, por ejemplo, podríamos:
1. Usar parte del 8% que se destina a educación, para la estimulación temprana en las guarderías CEN-CINAI.
2. Permitir a todas las mujeres que trabajan, sin importar su situación económica, utilizar las guarderías.
3. Destinar una parte de los recursos que actualmente se usan para contratar maestros, para alumnos que no van a existir, a subcontratar centros de cuidado de adultos mayores y de enfermos.
4. Que la CCSS pague la totalidad de la incapacidad por maternidad, que de todos modos cobra las cuotas por igual a hombres y mujeres, y hay más hombres trabajando
5. Permitir la contratación especial para las personas que cubren las incapacidades. En este momento se obliga al empresario a duplicar sus costos, mientras su productividad disminuye.
6. Identificar a las niñas en pobreza o situación de riesgo, esto ya lo tiene que hacer el PANI, para impartirles programas sobre las consecuencias de los embarazos no deseados, y romper el patrón.
Y -por supuesto- se deben tomar medidas en caso de que se determine que pueden ser sujetas de abuso para liberarlas del flagelo a tiempo.
Otro aspecto importante es la eliminación de estereotipos de género en el mercado laboral. La cultura y las normas sociales -a menudo- influyen en la elección de carrera y limitan las alternativas para las mujeres.
Todos los seres humanos somos capaces de dedicarnos a lo que nos gusta, así que dejemos de marcar límites absurdos y arcaicos. Se debe impartir la capacitación sin barreras, para que encuentren sus habilidades y pasiones. Y hablar abiertamente para que no vean la maternidad como una obligación, sino como una posibilidad.
En conclusión, abordar el problema del desempleo femenino desde una perspectiva de empoderamiento, es fundamental para crear un ambiente justo e igualitario para las mujeres en el mercado laboral.
Debemos trabajar en la educación, la igualdad de oportunidades, y la eliminación de estereotipos para lograr este objetivo. Solo de esta manera podremos alcanzar una sociedad más justa y equitativa para todos.
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