Imagen por Ivan Pisarenko
Santiago, Panamá | AFP Con enormes camiones o con barricadas donde los vecinos pasan la noche e incluso bailan, la autopista Panamericana en Panamá permanecía bloqueada este viernes, mientras gobierno y sindicatos negocian ante el clamor ciudadano para que las autoridades bajen los precios de los combustibles, alimentos y medicinas.
Desde Ciudad de Panamá hacia el oeste, por la carretera que conecta al país con Centroamérica, se cuentan al menos una decena de cortes de ruta que impiden la llegada de insumos no solo a la capital sino también a las provincias.
En Santiago de Veraguas, a unos 250 kilómetros de la capital, filas de camiones obstaculizan el paso. Es de noche y los conductores se reúnen en una olla común que los vecinos preparan.
“Esta lucha es de todos los panameños de a pie, por el alza de combustible, canasta básica, medicamentos”, explicó Eduardo Arroyo, vicealcalde del distrito de Atalaya, en Veraguas.
“Hemos demostrado que nosotros los pobres somos más. Ya estamos demasiado golpeados, cambio de gobierno, cambio de gobierno y el pobre, como siempre, olvidado”, agregó.
Entrando en Santiago, una nueva barricada, esta vez de indígenas Ngäbe-Bugle, bloquea el tránsito. Bailan para amainar la espera.
“Aquí en la ciudad de Santiago por primera vez se ve cómo el pueblo Ngäbe-Bugle se asienta [en las protestas] y es acompañado por el pueblo de las comunidades aledañas”, declaró a la AFP la profesora Yadira Pino.
Panamá -de 4,2 millones de habitantes- experimenta una de las mayores crisis sociales desde que en 1989 cayó la dictadura militar del general Manuel Antonio Noriega tras la invasión estadounidense.
El descontento se produce en un escenario de 4,2% de inflación interanual registrado en mayo, una tasa de desempleo en torno al 10% y un aumento en el precio del combustible del 47% desde inicios de año.
Pese a su economía dolarizada, altas cifras de crecimiento económico e ingresos por más de 2.000 millones de dólares anuales por el Canal de Panamá, el país presenta uno de los mayores índices de desigualdad del mundo.
“En Panamá, con un canal que genera miles de millones anualmente, no se puede ni entender ni comprender ni aceptar que haya todavía los niveles de pobreza de un 20%” de la población, comentó Pino.
– Desabastecimiento –
La provincia de Chiriquí, fronteriza con Costa Rica, es la huerta del país. En su distrito de Tierras Altas se produce la gran mayoría de las legumbres, hortalizas, papas y vegetales que se distribuyen en Panamá.
Pero los productos “no han podido llegar al lugar donde tienen que llegar para abastecer todos los mercados nacionales” por las protestas, advirtió a la AFP el alcalde de esa localidad, Javier Pittí.
También comentó que hay escasez de combustible. “El país está totalmente desabastecido” y las pérdidas diarias “son millonarias”, añadió Pittí.
En un intento por calmar los ánimos, el presidente panameño, Laurentino Cortizo, anunció esta semana la rebaja y congelamiento del precio de combustible, que pasó de 5,17 dólares el galón de gasolina (3,78 litros) a 3,95 desde este viernes, y de una decena de alimentos.
Sin embargo, los sindicatos rechazan estas medidas por insuficientes.
El viernes, el gobierno y los grupos impulsores de las protestas reiniciaron el diálogo en Santiago, según informó la Defensoría del Pueblo de Panamá, que actuá como mediador.
El día anterior, el mandatario socialdemócrata instaló otra mesa de negociaciones en Ciudad de Panamá, con la mediación de la iglesia Católica, pero los sindicatos no asistieron.
“No tengo duda de que con el diálogo sincero, sin dobles agendas, podemos seguir avanzado”, dijo el jueves Cortizo, quien calificó los cortes de vías como algo “ilógico”.
– “Ni la lluvia nos para” –
Las marchas también son contra la corrupción y el despilfarro de autoridades en medio de la crisis.
Mitzila Chanis, ama de casa de 41 años, clama por la indolencia de sus autoridades: “Los políticos son los ladrones más grandes que puede haber”.
En Aguadulce, provincia de Coclé, lugareños mantienen otra barricada mientras soportan un aguacero bajo paraguas.
“Ni la lluvia nos para (…) Estamos desesperados, Panamá no aguanta más esto”, aseguró Nelly Jaén, ama de casa de 63 años.
En Ciudad de Panamá también hubo cortes en las calles principales. Sin embargo, el canal interoceánico opera a plenitud.
“La gente necesita y pide ser escuchada porque las instituciones de representación tradicionales no funcionan”, explicó a la AFP Harry Brown, director del Centro Internacional de Estudios Políticos y Sociales.
“Esta generación no había vivido una crisis de la magnitud que tiene la que hoy abruma a nuestro país” porque hay una acumulación de “demandas desatendidas” y un “deterioro evidente” de las condiciones de vida, advirtió este viernes el expresidente panameño, Martín Torrijos (2004-2009).
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