Imagen por Chris Delmas
Washington, Estados Unidos | AFP Desde la costa del Pacífico hasta el litoral este de Estados Unidos, el negacionismo electoral se ha filtrado desde los legislativos de los estados hasta los ayuntamientos, bares y hasta los hogares, enfermando al cuerpo político del país y amenazando la democracia misma.
A dos semanas de las elecciones de medio mandato, los republicanos de todos los sectores se adhieren a la falsa afirmación del expresidente Donald Trump (2017-2021) de que las elecciones de 2020 le fueron robadas y que el fraude electoral está muy extendido.
El centro de investigación Brookings Institution, con sede en Washington, identificó a 249 de estos llamados “negacionistas electorales”, todos republicanos, en las 567 carreras electorales de aspirantes a la Cámara de Representante, Senado y cargos estatales importantes.
Mark Bayer, presidente de Bayer Strategic Consulting y exjefe de personal del Senado de Estados Unidos, dijo a la AFP que la democracia estadounidense estaba en el “más alto riesgo de desmoronamiento” desde la Segunda Guerra Mundial.
“La fidelidad a la ‘Gran Mentira’ fue el mayor tema de campaña para muchos de los negacionistas que compiten en las elecciones. ¿Cómo podrían responder estos candidatos al perder sus propias elecciones de forma justa en noviembre?”, se pregunta Bayer.
Nadie ha mostrado pruebas de un fraude significativo en los comicios de 2020, pero el torrente de desinformación emitido por Trump y sus aliados ha convencido a parte del país de que el demócrata Joe Biden no es el presidente legítimo.
Muchos de los seguidores de Trump, como Terri Privett, un republicano entrevistado por la AFP en un reciente acto político en Vero Beach, Florida (sureste), se ha dejado convencer por la falacia de que las grandes multitudes que le siguen, comparadas con las de Biden, prueban que hubo fraude.
“Hay un tipo ejerciendo su cargo que está rodeado de círculos vacíos, tú sabes que ellos robaron la elección. Y entonces vas un mitín de Trump y hay miles y miles tratando de entrar”, sostuvo este militante de 53 años.
– Todas las alarmas –
Trump, que apoyó a más de 200 republicanos en sus candidaturas para las elecciones de noviembre, hizo de la creencia en su ‘Gran Mentira’ una condición para darles respaldo.
“Análisis políticos indican que la mayoría de las democracias no terminan con una revolución o un golpe militar sino erosionadas desde adentro”, asegura Barbara Wejnert, socióloga política de renombre internacional y profesora de la universidad de Buffalo, Nueva York.
“Y ese puede ser el caso para la democracia estadounidense si los negacionistas electorales son elegidos, así como si Trump sale de nuevo presidente”, añade.
Nada de esto sería importante si los candidatos polémicos estuvieran marginados. Pero su protagonismo en la corriente principal enciende todas las alarmas, de acuerdo con activistas.
Brookings estima que 145 de los 249 negacionistas electorales, es decir un 58%, parecen tener excelentes posibilidades de ganar sus respectivas contiendas.
Reivindicando los temores por la democracia, casi la mitad son miembros de la Cámara de Representantes que votaron para impedir la certificación del resultado de la elección presidencial de 2020, pese a no tener evidencias de fraude.
En cuanto a la lucha por la democracia, las contiendas más importantes tienen lugar en 39 estados para elegir gobernadores, fiscales generales o secretarios de estado.
Estos funcionarios administran las elecciones, supervisan los conteos de votos y certifican los resultados, lo que los convierte en la primera línea de defensa de la democracia.
El grupo de cabildeo States United Action estima que el 58% de la población, que vive en 29 estados, tiene un negacionista electoral postulándose para ser el veedor de sus próximas elecciones.
– ‘La democracia es frágil’ –
La profesora Ann Crigler, de la universidad del Sur de California, que ha escrito vastamente sobre política y medios de comunicación, se hace eco de los temores de que, ante un eventual fracaso electoral, los negacionistas puedan intentar cuestionar los resultados.
Pero en su opinión, son los ganadores los que representan un problema mayor, pues estarían en posiciones de poder para cambiar reglas electorales y dar ventaja a sus candidatos preferidos.
“La democracia es frágil y vulnerable a la corrupción si no cuenta con participantes honestos y vigilantes en el proceso de votación y de gobierno”, explicó Crigler a la AFP.
Además, la mayor cantidad de candidatos negacionistas están en Pensilvania, Arizona, Michigan, Florida, Texas, Wisconsin y Georgia, todos estados clave que invariablemente deciden quien controla el Congreso y la Casa Blanca.
“Inventar cosas o negar los hechos es fundamentalmente antidemocrático. En resumen, al negar lo que dice la evidencia, se arriesgan los cimientos mismos de nuestra democracia”. dijo John Geer, decano del colegio de Artes y Ciencias en la universidad Vanderbilt.
“(Una) democracia funcional necesita de fidelidad a los logros de los que están en el poder. Si las cosas van mal, deja que gobierne el otro bando. Y si las cosas van bien, apoya el statu quo”, agrega.
“Pero si ya no nos ceñimos a la evidencia, ya no tenemos responsabilidad. Nosotros, por lo tanto, arriesgamos las libertades democráticas por las que nuestros fundadores lucharon, si ignoramos la evidencia”, sentenció.
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