fbpx
martes, diciembre 16, 2025
No menu items!

Mascotas: Con la música por fuera

Otras noticias

Argos, de la Casa de Ulises


Andaba en mi paseo dominical; esta vez fuimos allá por el Parque Nacional, tenía ganas de conocerlo, porque hay mucho campo, árboles grandotes y -si me soltaban la correa- podía correr, subirme a las bancas y olisquear las matas.

Escuché en radioaullido que habría un desfile de 13 bandas, porque San José celebraba 200 años de ser la capital del país; apenas me imagino ese montón de tiempo, pues a duras penas los perros vivimos entre 12 y 16 años.

Paré las orejas en cuanto escuché el ¡Tan, tarán, tan, tan! de los tambores; el ¡tarara!; ¡tarará!; ¡tararí!; ¡tururú!; ¡turututú!; ¡tuturutú!, de las trompetas, y otros sonidos que me cuesta repetir.

A los caninos la música nos relaja; ojalá ritmos lentos y frecuencias bajas; si es más compleja, o altisonante, nos ponemos nerviosos, tensos y ladramos; los sapiens olvidan que escuchamos cuatro veces mejor que ellos.

Unos científicos realizaron un estudio y concluyeron que a los perros nos encanta escuchar piezas clásicas, en especial: Las cuatro estaciones, de Vivaldi; la Quinta sinfonía o Para Elisa, de Beethoven; El Danubio Azul, de Johann Strauss.

Estaba con mi manada por el Museo Nacional, y cuando capté los primeros sonidos, terminé de marcar un arbolillo; tiré de la correa y salí disparado.

De camino vi muchas familias perrihumanas en las aceras, a la orilla de Avenida Segunda, esperando el desfile; las mascotas tenían la lengua afuera, por el intenso sol.

Hice una parada en el Teatro Nacional para beber agua; siempre cargamos de todo para hidratarme, las toallitas húmedas, las bolsitas para los desechos y, cuando me canso, rasco las piernas de Mi Amigo y me alzan.

El día estaba como una plancha ardiente y por eso me cargaron; el asfalto o el piso de las aceras se recalienta y me quema las almohadillas de las patas, y me puede ocasionar una lesión muy grave.

Y si a uno lo llevan en los regazos o lo montan en el cuello, pelo los colmillos de la satisfacción: ¡Hay que dejarse querer!

Los vestuarios de los artistas eran muy coloridos; presté atención a todos los movimientos que hacían; llevaban banderas gigantes, realizaban maromas con unos bastones y bailaban, al ritmo de cada pieza.

Conocí a una humana muy simpática y alegre, María Paula Madrigal. Con ella ladré un ratito porque era la única mujer directora; sustituyó a su papá, en ese cargo en la Banda Comunal de Orotina.

Todas las agrupaciones eran espectaculares; esa me llamó la atención, con sus trajes tan coloridos y María Paula bailaba, se movía entre los músicos y me contagió su alegría.

Me contó que son 215 humanos, todos jóvenes; ensayan mucho y participaron en otros desfiles, como el Festival de la Luz, en diciembre.

Después de tomarnos una foto, les ladré un hasta luego; regresé y de camino tarareaba -en mi cabeza- la canción de Cat Stevens, I love my dog: “Amo a mi perro..todo lo que necesita es amor y sabe que lo conseguirá…”



- Publicidad -spot_img

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Publicidad -spot_img
Últimas Noticias

Papeleta de diputados de San José  será la más grande al incluir 22 opciones electorales

Por Redacción. Esta nota fue elaborada con asistencia de IA Los votantes de la provincia de San José tendrán 22...
- Publicidad -spot_img

Más noticias

- Publicidad -spot_img