Por almacenar, distribuir y comercializar drogas, un juez de Liberia, condenó a trece años de cárcel a un peligroso traficante, de apellido Dávila.
El encartado organizó una estructura criminal, para el trasiego de cocaína, base de crack y picadura de marihuana.
La pandilla estaba estructurada de forma piramidal; cada uno de los miembros ejecutaba funciones específicas, todo en procura de un fin común para la comercialización de los estupefacientes y la protección del grupo sobre los territorios bajo su control.
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