Imagen por Carl De Souza
Río de Janeiro, Brasil | AFP El bolsonarismo, que apareció en 2018, se arraigó en Brasil con varias similitudes con la extrema derecha gobernante en algunos países europeos, pero es más cercano a la ultraderecha estadounidense y al trumpismo.
La llegada al poder de Jair Bolsonaro, que aspira a la reelección en la segunda vuelta de las presidenciales del 30 de octubre, respondió a profundas convulsiones sociales, como ha sucedido en otros lugares, según analistas.
“Las raíces de estos movimientos de extrema derecha están en una crisis económica y social que se agrava año tras año, el aumento de las desigualdades, la caída de los ingresos de las clases trabajadoras y medias”, explica Christophe Ventura, director de investigación del centro de análisis Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS).
“Esto provoca el aumento de la desconfianza general”, añade.
Según el especialista en América Latina, el fenómeno alberga la idea de reemplazar a la clase política “que está podrida y es incapaz” e instalar a “gente virtuosa, un gobierno más autoritario”.
La globalización y el libre comercio aparecen como causas de todos los males.
En Europa, desde Italia (Hermanos de Italia) a Hungría (Fidesz), pasando por Polonia (Ley y Justicia) y Suecia (Demócratas de Suecia) o Francia (Agrupación Nacional, Reconquista), la extrema derecha “quiere cerrar las fronteras y responsabilizan a los inmigrantes por la crisis”, señala Geraldo Monteiro, director del Centro Brasileño de Estudios e Investigaciones sobre la Democracia de la Universidad Estatal de Rio de Janeiro.
En Brasil, “los inmigrantes no son un tema importante” y la islamofobia o el antisemitismo no están tan extendidos como en Europa.
Pero con Bolsonaro, la “solidaridad nacional” se aplica a la “gente de bien” y excluye a “corruptos”.
Entre sus enemigos hay minorías -la comunidad LGTB y los indígenas-, activistas de derechos humanos, ambientalistas, la prensa, la academia o la cultura, relacionados a la izquierda “comunista” del expresidente Luiz Inácio Lula Da Silva, favorito para el balotaje.
– Poder fuerte y viril –
Como toda ultraderecha, la santísima trinidad del bolsonarismo es Dios, patria y familia. Esta última, según su visión, amenazada por el matrimonio homosexual, el aborto o la ideología de género.
Mientras que en Europa los católicos fundamentalistas son los “guardianes” de la fe, los poderosos evangélicos neopentecostales asumen ese rol en Brasil.
“No vemos el militarismo de Bolsonaro en la extrema derecha europea”, señala además Monteiro.
Brasil “guarda la memoria de la dictadura” (1964-1985). Bolsonaro integró a numerosos militares en su gobierno y promovió una idea de poder fuerte y viril.
Otra diferencia es que “el discurso a favor de las armas no existe en Europa”, señala Ventura, en referencia al discurso que anima a los individuos a defender su seguridad, “sus intereses y la propiedad privada, incluso con armas”.
“El punto de apoyo prioritario” de la extrema derecha bolsonarista “era Estados Unidos” bajo la presidencia de Donald Trump, agrega el investigador, que encuentra “muchas similitudes con el Tea Party y la ultraderecha estadounidense”.
Para Mayra Goulart, profesora de ciencia política de la Universidad Federal de Rio, en este populismo, “el líder es el representante directo del pueblo”. Y ataca a los mediadores de la democracia: los partidos políticos, las instituciones y la prensa.
El bolsonarismo, como la ultraderecha estadounidense y el trumpismo, ataca a las instituciones, especialmente el Supremo Tribunal Federal y el sistema electoral.
Las advertencias infundadas de Bolsonaro sobre un posible fraude han generado temor sobre una versión local del ataque al Capitolio estadounidense si pierde las elecciones.
Como Trump, Bolsonaro desprecia a la prensa y se comunica sobre todo a través de las redes sociales, inundadas de “verdades alternativas” y teorías conspirativas.
– Discurso de odio –
Asimismo, la retórica de Bolsonaro contraria a la ciencia, plasmada en su resistencia a los confinamientos y las vacunas anticovid, o su escepticismo sobre el cambio climático, se ha inspirado en la de Trump y la ultraderecha.
Enfocado en proteger los intereses económicos, el bolsonarismo comparte con el trumpismo “el neoliberalismo, un discurso promercado y proempresarial”, señala Goulart, mientras que para la Agrupación Nacional en Francia, por ejemplo, los mercados son el enemigo.
Igualmente, la libertad de expresión reivindicada por el movimiento de ultraderecha estadounidense aparece en el discurso de odio que propagan seguidores del presidente brasileño.
Trump, como Bolsonaro, son candidatos antisistema, que “llegaron al poder de manera inesperada”, concluye Monteiro. Estos líderes “que se presentan como el propio pueblo pueden movilizar a miles de personas en las calles”.
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