La advertencia original era: “Cuídate de los idus de marzo” dicha por un augur a Julio César -parafraseada por Plutarco en Vidas Paralelas y William Shakespeare en uno de sus dramas- antes de ingresar al Senado y morir acuchillado por una pandilla de conspiradores republicanos, el 15 de marzo del 44 a.C
“César encontró al vidente y riendo le dijo: “Los idus de marzo ya han llegado”; a lo que este contestó compasivamente: “Sí, pero aún no han acabado”.
Ya no estamos en Roma -donde se inventó la política- ni zanjamos las disputas a navajazos, pero la frase es válida en cuanto a los cuidados que debe preveer cualquier gobernante al asumir un mandato.
Hoy y dentro de ocho días el país tendrá nuevos legisladores y Primer Mandatario, y ocurrirá un hecho singular -que interpretado a la luz de los símbolos- podría marcar un cambio radical en la política nacional.
El Presidente recibirá la banda tricolor de manos de su similar del Congreso y se juntarán el pasado y el futuro; por un lado un representante del partido más viejo y poderoso, del otro el “outsider” que venció a todo el establisment vigente.
Será otro de los efectos más visibles de la pandemia, que se manifestaron primero en la salud, después en la economía y hará metástasis en todo el tejido social.
Esto podría significar un giro, un gozne histórico, la entrada de la nación al siglo 21 y la consolidación de un cambio en las estructuras políticas que comenzó, allá por el año 2000 con la ruptura del bipartidismo.
Si ocurriera un vacío de poder en el gobierno, sin duda el Congreso ocuparía ese espacio, y dada la particular conformación de este parlamento -conservador como pocos se han visto- tomaría las riendas y trazaría la hoja de ruta.
Para evitar que el ejecutivo solo sea un ejecutor de las disposiciones legislativas, el gobierno debería de mostrar un liderazgo fuerte con una especie de procónsul”, que negocie con poder y decisión ante los legisladores.
Los idus de mayo serán el 15 y -según el antiguo calendario romano- era una fecha consagrada al dios de la guerra, Marte, y propicia para las buenas noticias, con excepción de la infausta que le aconteció a Julio César.
La buena nueva sería una tregua entre tirios y troyanos, para salir por fin de unos años de oscuridad y haya un renacimiento nacional, y un blanco manto de concordia cubra a Costa Rica.
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