Desde que tengo memoria, el Día del Niño siempre fue una fiesta diferente; recuerdo que en la escuela nos hacían actividades, nos regalaban golosinas y todos los niños pasábamos de un lado para otro, muy felices. Era un día único.
Una de las primeras acciones que realicé cuando -a los ocho años fundé la primera empresa- fue diseñar la marca personal; como estaba cerca la Navidad, elegí los colores rojo y verde. Me encantó el diseño, estaba orgullosa del logo, y lo mostré a mi familia y algunos clientes.
A mis nueve años llegó la oportunidad de presentarme en un auditorio, ante más de doscientas mujeres empresarias. Accedí feliz, claro, todas las mañanas antes de ir a la escuela me lavantaba temprano para practicar.
Hoy les contaré cómo he ido logrando salir de mi zona de confort, superando emociones como el miedo al rechazo o al ridículo.
De pequeña siempre me invadió el interés por los negocios; una vez me regalaron una cajita registradora -de juguete- y cualquier cosa que me encontraba la vendía.
Tenía ocho años -cursaba segundo grado- y estaba en unas gradas con mis amigas. Unos niños jugaban fútbol y me pegaron un balonazo en la mejilla izquierda; caí rodando por los escalones, lo que me produjo un fuerte dolor de cabeza y me desmayé.
Soy Luci Rovira; quiero contarte un poco de mi vida. Tengo 14 años, dos empresas formalmente inscritas, y exploro el mercado para una tercera. Curso el noveno año, pero ya me gradué en dos carreras profesionales. Llevo una vida un poco acelerada.