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domingo, octubre 6, 2024
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Página Negra: El precio de la eternidad

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Por Redacción. Esta nota fue elaborada con asistencia de IA
Imagen tomada de internet

Lo tenía todo: voz, belleza, éxito. Pero, detrás del escenario, una vida oscura lo acechaba. La fama no es eterna, y Camilo Sesto lo supo demasiado tarde.

Era un hombre que soñaba con volar. Camilo, dejó el ombligo en Alcoy, Alicante, el 16 de setiembre de 1946; fue criado en una familia humilde. Joaquina Cortés, su madre, era modista; Eliseo Blanes, el progenitor, trabajaba en una fábrica textil.

Desde joven, la música fue su refugio; Joaquina, siempre atenta al talento de su hijo, lo apoyó en cada paso. La buena fortuna le llegaría cargada de dificultades, y sacrificios constantes.

A los 16 años, decidió unirse al grupo Los Dayson, interpretando canciones de bandas internacionales. Estos pequeños pasos, marcarían el inicio de una carrera que lo llevaría a la cumbre de espectáculo.

El verdadero salto a la fama le llegó en 1971; a los 25 años lanzó su primer álbum como solista, con el tema Algo de mí; la locura fue inmediata, catapultando su nombre al estrellato, en España y América Latina.

Fama y depresión

A pesar de los éxitos continuos, como Vivir así es morir de amor, la vida de Camilo estaba plagada de sombras. En plena cúspide, a los 28 años -en 1974- intentó suicidarse, abrumado por los excesos.

La soledad y el vacío emocional lo empujaron a ese extremo, aunque logró recuperarse y continuar su carrera. Pero, los fantasmas de la depresión seguirían acechándolo a lo largo de su vida.

Camilo siempre encontró en la música su escape, pero también su condena. Las giras interminables, los compromisos y la falta de relaciones profundas, lo marcaron, dejando cicatrices emocionales, difíciles de sanar.

Su salud comenzó a deteriorarse. Debido a su alcoholismo, en el 2000, fue sometido a un trasplante de hígado. Aunque sobrevivió, su cuerpo nunca se recuperó del todo.

Amor y traición

En la intimidad, Camilo vivió una relación convulsa con Lourdes Ornelas, la madre de su único hijo, Camilo Blanes Jr. A pesar de su deseo de ser padre, la relación terminó en separación.

El distanciamiento con su retoño fue una herida abierta y sangrante. Camilín, como era conocido, heredó los demonios paternos: luchó contra las adicciones, y la presión de ser hijo de una leyenda.

Tras la muerte de Camilo -en 2019- su herencia fue objeto de disputas legales, entre su hijo y los administradores de su fortuna. Camilín, afectado por sus propios problemas, fue incapaz de gestionar la situación.

Las cicatrices del estrellato

Obsesionado por la eterna juventud, Camilo se sometió a múltiples cirugías estéticas, que alteraron drásticamente su apariencia. Lo que debía ser un medio para prolongar su imagen, se convirtió en un desastre público.

En lugar de un querubín, quedó como un sapo. Los tabloides no tardaron en criticar los cambios en su rostro, y se desvaneció la imagen que tenía. Su lucha por la juventud, terminó siendo una batalla perdida.

En 2018, sufrió un accidente doméstico que afectó su movilidad. Aislado y enfermo, pasó sus últimos años apartado del ojo público, enfrentando complicaciones de salud que agravaron su macilento cuerpo.

El último adiós

El 8 de setiembre de 2019, Camilo Sesto falleció en Madrid, dejando un vacío inmenso en el mundo de la música. Miles de seguidores asistieron a su funeral, para rendirle tributo y despedirse.

Su partida no fue pacífica. La batalla por su herencia comenzó rápidamente, ensombreciendo su legado. Camilín, atrapado en una espiral de problemas personales, fue incapaz de manejar adecuadamente el patrimonio.

A pesar de las disputas, la música de Camilo sigue siendo un legado eterno. Canciones como Algo de mí y Perdóname continúan emocionando a generaciones, que vibraron al compás de su voz única.

Un legado inmortal

Camilo Sesto fue un hombre que, a pesar de alcanzar el éxito mundial, nunca pudo escapar de las sombras que lo acompañaron. La fama, que lo elevó, también fue una condena personal y emocional.

Los problemas de salud, las cirugías fallidas y las cicatrices emocionales marcaron su vida, pero su música continúa brillando.

Su caída fue tan grande como su éxito, pero su voz sigue viva. En cada nota de sus baladas, resuena el alma de un hombre que amó, sufrió y vivió intensamente.



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