Por Redacción. Esta nota fue elaborada con asistencia de IA.
La Encuesta Nacional de Hogares 2023 del INEC, reveló que el 55% de las personas mayores de edad se consideran solteras; además, solo un 38% de los hombres y un 33% de las mujeres de entre 18 y 35 años desean tener hijos.
En 2012, la cifra de personas solteras era del 50%; la tendencia actual refleja una transformación en los estilos de vida, preferencias personales y prioridades económicas, según explicaron especialistas.
“Estamos frente a una generación que está más centrada en su desarrollo personal; valoran la libertad y el crecimiento profesional”, comentó Andrea Vargas, socióloga de la UCR.
Según datos del Registro Civil, en 2011 se registraron 24.480 matrimonios y 11.736 divorcios; en 2023, hubo solo 13.600 matrimonios y 11.343 divorcios, una caída que evidencia una menor importancia otorgada al matrimonio.
Además, el 24% de las mujeres entre 30 y 34 años no ha tenido hijos; la cifra aumenta al 31% en mujeres de 35 a 39 años sin descendencia.
La psicóloga familiar Laura Rivas explica que “la presión económica, la inestabilidad laboral y el deseo de independencia influyen en la decisión de postergar o no tener hijos”.
Para muchos jóvenes, la maternidad y paternidad representan cargas emocionales y financieras difíciles de asumir; la reducción en el número de hijos impacta también la planificación demográfica del país.
Según proyecciones del INEC, la población de Costa Rica comenzará a decrecer en los próximos años si la tendencia continúa; esto afectaría sistemas como pensiones y seguridad social.
Los expertos consideran urgente promover políticas públicas que apoyen la conciliación entre vida laboral y familiar, así como garantizar servicios de salud reproductiva accesibles y educación afectivo-sexual integral.
Algunos proponen fomentar el acceso a vivienda, guarderías y trabajo flexible para revertir la baja natalidad; sin embargo, también destacan que el Estado debe respetar el derecho individual a decidir si tener hijos o no.
La sociedad costarricense se encuentra en un punto de inflexión, donde los modelos tradicionales de familia están siendo cuestionados y reemplazados por nuevas formas de convivencia y realización personal.
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