Imágenes tomadas de internet
Y una voz dijo: ¡Hágase la luz! Y Chabelo se hizo. Antes de que todo existiera, ya Chabelo existía. Pero todo lo que sube, baja; en este caso, a la tumba; pero mientras exista la Internet, sus memes vivirán por una eternidad.
Fue Peter Pan al revés, un adulto que nunca dejó de ser niño -o al menos- vestir como un rapaz, con pantalón corto, tirantes y una camiseta deportiva; con una vocecilla aflautada, infantiloide, que lucía fuera de lugar en un anciano.
Llegó al espacio primero que los gringos del Apolo 11, porque en 1958 debutó en la pantalla de plata con “Viaje a la Luna”; una disparatada comedia mexicana donde un par de cómicos acaban en un manicomio, confundidos entre los orates.
En ese filme Chabelo debutó, junto a luminarias del momento; mejor citarlos por sus apodos, porque nadie los conocería por su nombre de pila: Viruta y Capulina, Tin Tan, El loco Valdés y la guapérrima Kitty de Hoyos.
Desde sus primeros pininos actorales mostró su carácter irreverente, igualado, grosero y desfachatado; en “El extra” -de 1962-, sacudió del cuello y aporreó a Cantinflas.
Con los años consolidó el personaje que le daría fama; un niñote matón, pícaro, abusador de los más pequeños y débiles, apodado Chabelo; el real era Xavier López Rodríguez.
El mote se lo endosaron en el programa televisivo “Carrusel Musical”, donde Xavier sustituía a los actores o comediantes, quienes llegaban tarde a las transmisiones del teleteatro.
Según la leyenda sagrada una vez el presentador infantil, Ramiro Gamboa – El tío Gamboín- le pidió que le hiciera el rato a un artista, quien interpretaría a un niño conocido como “Chabelo”.
Contó un chiste con tanto salero, que de una vez lo contrataron. Por siete años dirigió -en la radio- “La media hora de Chabelo”; en 1967 estrenó en la tele “En familia con Chabelo”, que se transmitió hasta el 20 de diciembre del 2015.
Alcanzó dos marcas Guiness; una por dirigir por más tiempo un programa infantil, 44 años, y la otra por representar durante más años, al mismo personaje: el amigo de todos los niños.
Carita de ángel
En el principio Chabelo no era Chabelo, si no Xavier -hijo de Eulalia y José Luis López-, quienes fueron de mojados a Chicago; ahí el mundo recibió a la futura estrella, el 17 de febrero de 1935.
Antes de cumplir el año la familia del comediante regresó a su pueblo, León -Guanajuato- donde trabajó como campesino; a los 18 años lo llamaron al ejército gringo, que peleaba en Corea.
Por dicha solo pasó tres meses acuartelado -en San Diego, California- por que la guerra acabó, y las fuerzas americanas ya no necesitaban su ayuda para vencer a los comunistas.
Regresó con sus chécheres a México y medio estudió medicina. Mientras tanto, era un asiduo de Televicentro, donde quemaba sus ansias de figurón televisivo.
En la futura Televisa laboró como asistente de producción -y dejó la medicina- pasó a camarógrafo, jefe de piso; cuando faltaba alguien, ahí estaba Chabelo listo para entrar al escenario.
Tras contar el chiste que lo lanzó al estrellato; viajó mucho por América Latina como “imagen” de una empresa de bebidas gaseosas; en Nueva York laboró en un teatro y volvió a México, como guionista de “La media hora de Chabelo”.
En 1967 estrenó “En familia con Chabelo”, un programa dominguero de concursos y variedades infantiles; salía vestido de chiquito, cantaba, jugaba y así envejeció, hasta que ya era absurdo ver a un vejete que se negaba a crecer.
La catafixia
Entre Xavier López – y su alter ego Chabelo- había un quiebre; mientras el adulto real podía ser un patán, el niño era un manipulador, que con sus lloriqueos y berrinches, evitaba que aflorara el Xavier que llevaba adentro.
Los desplantes de López, los gritos a quien tenía la mala suerte de encontrarlo en un mal día, e incluso las acusaciones de acoso sexual, empañaron y desgastaron la imagen de Chabelo.
“El amigo de los niños” era carismático -a veces se excedía en sus groserías- pero Xavier actuaba como un amargado y un libidinoso.
La actriz Alexandra Beffer comentó que este le ofreció una oportunidad en la televisión, a cambio de favores sexuales. “De ti depende regresar: un rapidín y estás al aire”, dijo la afectada a TVNotas.
También llamó “gorrona” -una persona que se aprovecha de los demás- a Paola Rojas, durante una actividad navideña; le dijo que no estaba invitada y debía pagar el boleto de entrada.
Con la prensa tenía encontronazos a diario, sobre todo porque le preguntaban por su vida privada; respondía con evasivas, malhumor y a veces con “Qué sea la última vez. Yo no me meto en tu vida. Ni usted tampoco”.
En una ocasión la periodista Karina Monroy le consultó qué cenaría en Navidad y le espetó: “¿Por qué usted es tan preguntona? Voy a comer unos taquitos de caca y unos huevos de gato.”
Otro que las pasó canutas con Chabelo fue Eugenio Derbez. En un video se aprecia como el telecomediante propina una cachetada -con unos cartones- a Derbez, y le dice: “Hable bien, hable bien..¡ Que se te entienda, chamaco!”
Más allá de si Xavier-Chabelo era una dupla de insufribles pachoteros, lo cierto que el segundo -junto con Cantinflas- grabaron el alma de los niños latinos, no solo mexicanos, quienes lo integraron a su vida.
Los domingos era la chupeta electrónica, para que los padres descansaran otro puñito, mientras los enchufaban a las ocurrencias de Chabelo y a sus concursos estrafalarios.
Así como Cantinflas inventó cantinflear, y lo santificó la Real Academia de la Lengua, Chabelo patentizó catafixiar: “intercambio de un objeto por otro, sin que necesariamente importe el valor de ambos”.
La última catafixiada de Chabelo ocurrió el 17 de marzo; a los 88 años cambió la cortina de la vida, por la de la muerte. Ganó o perdió. Tal vez, desde el más allá llegue un meme con la respuesta.
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