Laura Sauma
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En la antigua Grecia, el ágora era como el twitter de la política, el espacio donde la gente se reunía para discutir asuntos, darle “me gusta” a sus ideas favoritas y tomar decisiones que afectaban a la sociedad. Pero, oh sorpresa, hoy en día, el celular ha desbancado al ágora como el medio de discusión política, convirtiéndose así en el epicentro de nuestras vidas y debates en esta era tan digital y posmoderna.
En esta travesía desde el ágora antiguo hasta la actual red global, el celular se ha erigido en faro de nuestras discusiones políticas, transformando la esencia misma de cómo participamos en la política. ¡Como si Aristóteles hubiera tenido un smartphone para tuitear sus ideas filosóficas!
Aunque muchos políticos han comenzado a reconocer la trascendencia del celular, algunos aún se aferran a métodos tradicionales, a pesar de que es evidente la cantidad de tiempo que pasamos conectados. Tal vez no han descubierto el encanto de los stickers políticos en telegram o las encuestas en instagram; y que las campañas puerta a puerta, aunque aún tienen importancia en algunos segmentos poblacionales, van cediendo poco a poco a las opciones digitales.
La efectividad de estrategias de comunicación en redes sociales y aplicaciones de mensajería se ha demostrado al conectar directa y significativamente con los ciudadanos. Este enfoque no solo facilita la transmisión de mensajes políticos, sino que también atrae a las generaciones más jóvenes, fundamentales en el panorama político actual: es como si los políticos finalmente hubieran encontrado la clave para hablar el idioma de los “centennials” y los “millennials”.
La atención especial a cómo diferentes generaciones consumen información en la era digital se vuelve esencial. Las generaciones más jóvenes, inmersas en la cultura digital desde temprana edad, prefieren formatos visuales y mensajes concisos. La adaptación a estos estilos de comunicación se convierte en un elemento clave para captar su atención y fomentar su participación política: si no está en un formato de video de 15 segundos, es probable que no lo vean.
Estrategias concretas para atraer la atención de los jóvenes en el ámbito político incluyen la utilización creativa de plataformas visuales como instagram y tiktok, así como la adopción de discursos directos y auténticos que resuenen en sus preocupaciones.
Por otra parte, el fenómeno de las fake news en el ciberespacio plantea desafíos cruciales. La velocidad con la que la información fluye exige estrategias específicas para combatir la desinformación y fortalecer la confianza ciudadana en los mensajes políticos.
La polarización política, exacerbada por las redes sociales –muchas veces como consecuencia de lo anterior–, es otro aspecto que requiere atención. Las plataformas digitales a menudo refuerzan creencias preexistentes, creando burbujas informativas que dividen a la sociedad; y saber navegar en ese terreno se convierte en esencial para construir puentes entre diferentes perspectivas y fortalecer la democracia.
La participación ciudadana en línea, evidenciada por plataformas como change.org, demuestra el poder de la movilización. Los políticos que comprenden la importancia de involucrar a la ciudadanía en la esfera digital pueden aprovechar este activismo para fortalecer sus agendas y construir seguidores más comprometidos: ¿quién iba a decir que hacer clic en una petición en línea podría cambiar el mundo?
En este mundo cada vez más interconectado a través de dispositivos móviles, subestimar la importancia del celular como herramienta de comunicación política es un riesgo inaceptable.
No podemos pasar por alto el impacto de líderes políticos que han sabido aprovechar estas estrategias. Barack Obama, con su habilidad para utilizar las redes sociales durante su campaña presidencial, estableció un estándar que otros líderes (AMLO en México, Bukele en El Salvador y Milei en Argentina) han seguido con éxito. Así, twitter se volvió una herramienta más poderosa que un discurso televisado.
En ese contexto, los líderes políticos deben ser hábiles navegantes de la desinformación, constructores de puentes en un paisaje polarizado y facilitadores de la participación ciudadana en línea. Aquellos dirigentes que reconocen y capitalizan esta plataforma como el nuevo ágora, han logrado establecer diálogos más significativos con sus seguidores, demostrando ser genuinos líderes en la era digital.
En resumen, del espacio físico de la antigua ágora al actual ciberespacio del celular, la política ha dado un giro digital, y si no nos subimos al tren de las redes sociales podemos quedar atrás con nuestro discurso político en un papel: ¡que las redes sociales no esperan a nadie! … ni siquiera a Platón.
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