La libertad es un tesoro que, a menudo, pasa inadvertido, hasta que se pierde.
Es un concepto que puede ser complejo de definir, pero es esencial en la vida de cada individuo.
En Costa Rica, donde el “pura vida” es un lema común, a menudo se asume que vivimos en un país de libertad y paz. Pero, ¿realmente hemos experimentado una libertad completa y absoluta?
La libertad, según el diccionario, es la facultad y el derecho que tenemos como seres humanos, para elegir de manera responsable cómo actuamos en sociedad.
Pero va más allá de eso; es la capacidad de realizar lo que valoramos cuando decidimos hacerlo, siempre con el objetivo del bien común en mente.
La libertad es un sentimiento de paz, armonía y gozo de bienestar.
La pandemia de Covid-19 nos planteó desafíos importantes en cuanto a la libertad individual. Muchos se vieron obligados a tomar medidas, como usar mascarillas y vacunarse, sin tener realmente una elección.
Ahora, con el beneficio de la retrospectiva, y con el consejo de expertos en salud, surge el debate sobre si estas medidas fueron contraproducentes, en términos de salud física, mental, emocional y espiritual. Nos preguntamos si se nos robó la libertad de elección en estos momentos críticos.
En 2023, en la zona del Caribe de Costa Rica, surgen preocupaciones sobre la imposición de un Plan Regulador que afecta a todos los habitantes de Talamanca sin consultar a la comunidad.
Esto parece ser un ejemplo de imposición en lugar de libertad, disfrazado bajo la bandera del desarrollo.
Se cuestiona si realmente se busca el bien común o simplemente se favorece a unos pocos en un sistema capitalista desenfrenado. Las voces de los pueblos originarios y tribales, que han ocupado estas tierras mucho antes de la intervención del Estado, parecen ser ignoradas en lugar de consideradas en un proceso democrático.
La libertad, en última instancia, comienza desde dentro. Es un estado mental antes que cualquier cosa.
Observando los ejemplos mencionados, es evidente que muchas personas viven en una cárcel mental, reflejada en las acciones tomadas por una minoría que afecta a la mayoría.
La verdadera libertad solo puede lograrse cuando nos liberamos internamente, encontrando paz y amor incondicional en nuestro corazón.
Para ser verdaderamente libres, debemos liberarnos desde nuestro interior primero.
La paz plena y el amor incondicional son los cimientos de la libertad genuina, y estos valores se reflejarán en nuestras acciones y en la sociedad en su conjunto.
No repitamos los errores del pasado, donde las personas idolatran cosas sin valor real.
En cambio, busquemos juntos el camino hacia una vida pura, libre, abundante y al servicio del bien común.
La única forma de llegar a este lugar es desde lo más profundo de nuestro corazón, el órgano que late libremente y nos conecta con la creación divina.
La meditación es el camino que nos guía hacia la libertad, un viaje desde dentro hacia una existencia más plena y auténtica.
—