Luciana Rovira / evolucionandocr@gmail.com
A mis nueve años llegó la oportunidad de presentarme en un auditorio, ante más de doscientas mujeres empresarias. Accedí feliz, claro, todas las mañanas antes de ir a la escuela me levantaba temprano para practicar.
Hoy les contaré cómo he ido logrando salir de mi zona de confort, superando emociones como el miedo al rechazo o al ridículo.
La zona de confort es un estado psicológico donde la persona se siente tranquila y segura, sin miedos, ni preocupaciones; nos acompaña desde que nacemos hasta que la vida nos presenta retos para modificar nuestros hábitos.
Di mi primer conferencia en el centro de un gran escenario, sentada frente a un pequeño escritorio porque no alcanzaba el podio. Mientras hablaba, moría del susto; olvidé asuntos que tenía programado decir, pero después de todo me fue bastante bien, para ser mi primera vez.
Con el tiempo, llegaron más invitaciones a charlas y la que más me impresionó fue al TEDxwomen Costa Rica, ¡A mis diez años!
Debía llevar un formato muy estructurado y tenía que ser perfecto; utilicé distintas técnicas, como practicar frente a un espejo, moverme en el escenario y grabarme, para verme y mejorar.
El público que asiste a las conferencias TEDx es -en su mayoría- adultos profesionales en distintas áreas; por eso me preparé durante dos meses, estudié datos estadísticos de algunas instituciones nacionales e internacionales.
Estaba muy emocionada, sentía que me comían los nervios, y como siempre tuve mis pensamientos de vergüenza, y pánico escénico. Cuando comencé a hablar, fluyeron mis ideas y mis palabras.
Recomiendo a quienes empiezan a salir de su zona de confort, en temas de comunicación, evitar exigirse demasiado. Eso suele ser un problema.
El público no sabe de lo que vamos a hablar, mientras nos expresemos con naturalidad, todo saldrá bien.
Con el tiempo seguí participando como expositora en diferentes actividades, algunas nacionales, otras internacionales o del gobierno.
En el 2019 -a mis once años- me invitaron a viajar a Colombia, para impartir una charla a niños, jóvenes y sus padres.
Me preparé -económica e intelectualmente- para afrontar el mayor reto. Estudié sobre la cultura colombiana y generé un buen discurso.
Estuve una semana en Colombia y todo el esfuerzo valió la pena. Conocí a personas impresionantes, logré el primer lugar en los “pitch” de negocios y aprendí mucho.
Me dio bastante susto, nunca había viajado en un avión. Había unos 300 niños, y todos me prestaban atención, era su fuente de inspiración y estaban al pendiente de lo que decía. Fue más retador hablarle a niños de mi edad, que a los adultos. Fue una experiencia que no cambiaría por nada.
Cuando regresé a Costa Rica traje muchas recomendaciones, por parte de personas expertas en comunicación.
Los nervios siempre estarán, pero cada uno es capaz de saberlos manejar a su propio ritmo. Compararse está bien, pero si lo hacemos a diario suele ser dañino, debemos de tener nuestra marca personal, donde nos identifiquen por lo que somos.
Cada uno de nosotros tiene talentos diferentes, debemos confiar en eso y tener claro lo que queremos para nuestra vida.
Soñar en grande y establecer un límite de tiempo para lograr alcanzar nuestras metas.
Ver películas, videos, conferencias, leer, son muy útiles y nos ayudan -poco a poco- a salir de nuestra zona de confort. Tenemos que rodearnos de personas que nos ayuden y nos motiven.
Tengan un “¿Por qué?”; es necesario poseer un objetivo claro y trabajarlo en serio.
Si todos los días trabajamos por esa meta, vamos a ver un cambio bastante grande. De las cosas pequeñas proceden las grandes. Todos los días hagamos algo nuevo; evitemos la rutina y busquemos nuevas herramientas.
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