Argos, de la Casa de Ulises
Con estos vientos y fríos paso debajo de las cobijas. Aprovecho el día para masticar algunas ideas; veo la tele y -cuando escucho a los sapiens- reafirmo la inteligencia de los caninos.
Mientras trepo con Mi Amigo la cuesta de enero, ladramos sobre algunos temas polémicos, y en particular ese de la inteligencia canina. En ese campo, los estudios científicos revelan datos muy interesantes sobre nuestra especie.
Un pequeño olfateo en Instagram, convence al más incrédulo de que hay “perros con un cerebro humano”, capaces de seguir órdenes, desarrollar destrezas y habilidades, que dejan a más de uno con la lengua afuera.
Paré las cejas cuando vi a un colega realizar ejercicios, imitando a un entrenador en la tele; otro tocaba el timbre de una casa; uno pedía agua de un dispensador y alguno recogía una tarjeta del piso, y la entregaba a su dueño.
Quedé cruzado de patas con una competencia del American Kennel Club, donde perros de razas diferentes, sorteaban -soplados – una serie de obstáculos: pasarelas, cilindros, barras, parales, subibajas, entre otros.
Ejecutar esa rutina requiere -además del entrenamiento y la constancia- gran capacidad para memorizar los movimientos, obedecer las reglas competitivas y -lo mejor- disfrutar la competencia. ¡Eso es inteligencia!
En ladrinet rastreé un estudio de la Universidad de Helsinki, según el cual el pastor belga malinois es el can más inteligente del mundo; pateando del primer lugar al border collie, conocido por su talento para el pastoreo.
Más de mil perros participaron en esa investigación y el malinois logró la mayor cantidad de puntos -35 de 39-, sobre todo en la identificación de gestos, así como en su capacidad para resolver problemas espaciales.
Igual hay otros estudios que ubican a los border collie a la cabeza; sobre todo por su ingenio para labores de grupo, acatar instrucciones y sentido común. Pero cada perro es un mundo.
Los expertos aseguran que cada raza tiene sus puntos fuertes y débiles, pero el ganador destacó por su independencia, reacción ante situaciones inesperadas, rapidez y en especial: leer a los humanos.
Hay evidencia científica de caninos capaces de aprender palabras e identificar nombres de objetos; por supuesto, no se trata de un vocabulario en el sentido de los sapiens, pero si dominan entre 11 y 37 nombres de juguetes.
Seguí las huellas del psicólogo Stanley Coren, y gruñí un poco su libro “La inteligencia de los perros”, donde establece tres tipos de esta: instintiva; adaptativa; trabajo y obediencia.
En el caso de los Schnauzer quedamos en el lugar once, de 79 categorías. Somos excelentes para el trabajo, comprendemos nuevas órdenes, después de cinco a 15 repeticiones, y obedecemos a la primera en el 85% o más de las veces.
Y eso que Mi Amigo dice que soy un testarudo, porque en ocasiones me emperro y él quiere ir para un lado y yo para el otro; pero utilizo mi natural encanto para persuadirlo, y lo hago cambiar de criterio.
¡Es el poder la mente sobre la materia!
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