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sábado, noviembre 23, 2024
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Mascotas: Lo que el viento se llevó

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Argos, de la Casa de Ulises


Cuando desperté, ya había pasado el temblor. Algo sentí, pero pensé que soñaba, porque el día anterior me subí a una mesita del parque, y como no podía bajarme, se me ocurrió brincar y caí despatarrado.

Los expertos coinciden en que nosotros – igual que gatos, aves, peces o animales en general- percibimos todos los cambios que anteceden a un sismo: baja en la temperatura, ultrasonidos terráqueos, magnetismo y olores.

Pero los temblores no me asustan, el viento sí. Ese ruido en los techos, en el piso, las árboles que se bambolean cuando paso por debajo, las hojarasca, los remolinos, objetos sueltos, y el ulular en las paredes…me sacan de quicio.

También hay sapiens que le temen al viento, y se llama “anemofobia o ancraofobia”; incluso hay personas que se asustan con las corrientes de aire, y quedan paralizadas con la idea de tragar aire, a esto le dicen “aerofagia”.

Conozco camaradas que se horrorizan con los truenos, la pólvora, los objetos extraños, los niños, viajar en carro, visitar al veterinario -o, como es mi caso- ir a la peluquería, porque detesto el ruido de la secadora de pelo.

Estos vientos son tan intensos que atraen mi curiosidad, pero no puedo identificar de dónde vienen, eso me genera estrés.

Me pongo ansioso; entro y salgo de la casa, camino por el zaguán, me escondo debajo de una silla, jadeo, babeo, me da taquicardia y tiemblo como una gelatina.

En esa situación acudo a Mi Amigo, y apelo a mis dotes de persuasión; me hago la víctima -lo cual no me cuesta mucho- y me guindo de sus piernas, para que me alce, así me siento seguro.

Los especialistas recomiendan evitar las caricias, para no reforzar el miedo al ventolero, y aconsejan usar música relajante para calmarnos; si bien Mi Amigo escucha algunas piezas, ni él ni yo somos melómanos.

Algunos sugieren la aromaterapia; es sabido que los caninos percibimos millones de olores, y tenemos una especie de sensor en la nariz, capaz de diferenciar -por el olor- a los gemelos y a los mellizos.

Otros sugieren las camisas “ThunderShirt”, que controlan la ansiedad, el miedo y el nerviosismo, mediante una presión suave y constante sobre nuestra piel.

Leí en ladrinet que esta vestimenta nos ayuda mucho cuando hay truenos, fuegos artificiales, ansiedad por separación, viajes, visitas al consultorio y otro tipo de temores, o fobias.

Tampoco es recomendable salir a pasear con mucho viento, porque nos daña los oídos; pueden irritarse, hincharse y el dolor es insoportable.

Es diferente cuando voy en el carro y saco la cabeza por la ventana; cuando el aire pega en mi cara me doy un atracón de olores, un auténtico buffet de aromas, y es como olfatear todos los traseros perrunos del mundo a la vez.

Todas esas recetas suenan maravillosas, pero yo prefiero la medicina tradicional: estar acurrucado en mi sillón favorito, debajo de mi chaqueta preferida, con las patas colgando y que me acaricien los bigotes.




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