Argos, de la Casa de Ulises
Lo esencial es invisible a los ojos. Solo lo aprecian, quienes ven con el corazón. Ese fue el regalo que le dio un zagüate a un principito, que se lo encontró abandonado en un desierto. ¿Cuál de los dos estaría más sólo?
El amor, la bondad, la generosidad y la amistad pasan inadvertidas, porque no se ven, pero se sienten. Los perros las olfateamos y las vivimos, más que muchos humanos.
Devoré mi primer libro cuando era cachorro; no sabía que cosa era eso, pero como tenía que afilar mis colmillos, me pareció buena idea masticar aquel objeto. Por fuera era duro, pero por dentro era suave y lo digerí en un par de mordiscos.
La ocurrencia le disgustó mucho a Mi Amigo, él los llama libros, y -con los años- noté que los aprecia mucho. Por eso ya no los muerdo, solo les paso la nariz, para percibir el olor.
Aunque tiene muchos libros de perros -cuentos, enciclopedias, manuales- me contó que hoy conmemoran el Día del Libro y me leyó uno sobre un principito con un zagüate.
Resulta que un sapiens llamado Antoine Marie Jean-Baptiste Roger, conde de Saint-Exupéry (1900-1944), conocido en la manada humana como Antoine de Saint-Exupéry, escribió ese libro, hace muchos aullidos.
El señor era un aviador, participó en una guerra entre sapiens, y un día salió a realizar un reconocimiento aéreo y jamás regresó, desapareció en el mar. Ya era famoso, por haber escrito El principito.
Dice Mi Amigo que ese libro es el segundo más traducido después de La Biblia; se puede leer en unas 475 lenguas humanas, incluso en braille.
Hace unos años vencieron los derechos de autor, y a unas personas se les ocurrió realizar una adaptación del texto original.
En la obra aparece un zorro, y ellos lo cambiaron por un zagüate; y en lugar de que el perrito fuera “domesticado”, utilizaron la palabra “adoptado”.
La idea me pareció bien perruna, sobre todo porque hay más de cien mil camaradas abandonados; sin hogar, ni manada humana que los cuide.
“No soy para vos más que un zagüate semejante a cien mil zagüates. Pero, si me adoptás, tendríamos necesidad el uno del otro. Vos serás, para mí único en el mundo, y yo seré para vos único en el mundo…”.
Ningún canino es más que otro, y junto con los sapiens, podemos ayudar a evitar el abandono, o el maltrato que padecen miles de mis congéneres, muchos viven en las calles o en criaderos ilegales.
“Los hombres han olvidado esta verdad -dijo el zagüate- pero tu no debes olvidarla: Eres responsable para siempre, de lo que has adoptado.”
Todos los perros llevamos un principito adentro, porque somos leales desde la nariz hasta la cola y llenamos de sol, la vida de los humanos.
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