Los caninos renovamos nuestro contrato con los sapiens; como hacen los futbolistas, ahora que finalizaron los torneos.
La prueba son los datos revelados por una investigación, según esta cada vez hay menos perros callejeros; aúllo de felicidad, porque son más los camaradas que tienen una manada que los cuida.
Me ladraron que los humanos nos buscan más por compañía, que como vigilantes; eso de cuidar la casa o las propiedades de las personas, cada vez es menos frecuente.
Se me cayó la lengua de emoción, cuando me ladraron que menos del uno por ciento de los entrevistados, tenía encadenado a uno de mis congéneres.
Eso es un cambio muy importante, porque un canino atado del cuello se indispone contra todo lo que lo rodea: personas y otras mascotas. Cuando logra soltarse, reacciona furioso.
La socialización evita la agresión; entre más conviva uno con las personas, y animales de otras especies, mejor controlará sus instintos, y se “educará”, como dicen los humanos.
Al contrario de las crías sapiens, nosotros crecemos muy rápido, aprendemos y nos adaptamos al ambiente en que vivimos, pero cualquier situación desagradable que nos ocurra, nos afectará y será difícil de superar.
En mi caso, los truenos, el viento y los sonidos intensos me asustan; por eso, ahora en invierno, apenas comienza el aguacero, me meto debajo de las cobijas y de ahí no salgo, hasta que pasa el chaparrón.
A veces se abusa con eso de la humanización de las mascotas; algunos “dueños” pretenden que uno se comporte como una persona, que reaccionemos como si pensáramos, o pudiéramos tomar decisiones racionales.
El día que fuimos donde el veterinario, porque me tocaba el refuerzo de las vacunas; él le ladró a Mi Amigo que tenía una especialidad en ortopedia canina; se dedica a curarnos de los huesos y los golpes severos.
Nos dijo que algunas razas caninas les gusta más el ejercicio físico, y tienen predisposición natural para eso; pero hay otras más tranquilas, y con huesos más quebradizos.
Paré la oreja porque me gusta correr, brincar, subirme a los sillones, a las camas, a los muros, adonde se me ocurra y me dejen; una vez me subí a la mesa del comedor y ahí me dormí.
Todo lo que sea natural está bien, lo malo es cuando los obligan y por eso se exponen a luxaciones en las patas, ligamentos rotos y hasta lesiones en la columna, porque el “amo” presiona para que se tiren de las sillas, o bajen y suban gradas.
Igual ocurre cuando nos tiñen el pelo, eso produce alergia; o nos ponen esa ropa extraña, por ejemplo capas y gorras para el invierno, tenemos una grasa especial en el pelo, para protegernos de la lluvia.
Nuestro instinto es infalible, y no siempre simpatizamos con todos los sapiens. Yo me hago como si no fuera conmigo, los ignoro y sigo como si nada; pero algunos camaradas pueden ladrar -incluso de forma agresiva- para marcar territorio.
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Disminuyen perros y gatos callejeros gracias a campañas de esterilización
