Este viernes Ligia Madrigal llegó a Nepal, tras obtener los permisos necesarios del gobierno de ese país, para ascender a la cumbre del Everest, los primeros días de mayo.
La montañista compartió con un grupo de niños del pueblito de Dingboche, una aldea ubicada en el valle del río Imja, dentro del parque Sagarmatha, a una altitud estimada de 4,530 metros.
Ahí viven unas 200 personas; desde sus casas se aprecia una vista panorámica de la cordillera del Himalaya, y es un sitio de descanso para excursionistas y montañistas que van rumbo al Everest.
La noche anterior Ligia mostró a sus seguidores parte de su equipo: abrigos especiales, un reloj para monitorear sus indicadores de salud, zapatos, salveques, café, galletas, medicamentos, cremas antisolares y vestuario.
Previo al ascenso, Ligia debe de aclimatarse a las duras condiciones ambientales, recibir las instrucciones de los sherpas -especie de “vaqueanos” de las cumbres- y si las condiciones lo permiten iniciar la escalada.
Los registros de Alan Arnette -cronista del Everest- indican que el año pasado llegaron a la cima del Everest 689 personas; de ellas, 50 lo hicieron por el lado norte -desde el Tibet- y el resto, desde el sur, por Nepal. Ligia lo hará desde ahí.
Subir el Everest conlleva un elevado riesgo de morir en el intento; las temperaturas bajas, los vientos feroces, la escasez de oxígeno -conforme se avanza- convierten la escalada en una prueba de sobrevivencia.
—