En 1968, un grupo de vecinos zarcereños decidió cambiar su realidad económica, fundando una cooperativa que transformaría su comunidad para siempre: Coopecar.
Carpinteros, agricultores, comerciantes, amas de casa y hasta el cura párroco se reunieron con una meta común: mejorar su bienestar.
Desde sus inicios, con un capital de ¢1 979, ofrecían más que servicios financieros: también comercializaba ropa, electrodomésticos y muebles a precios accesibles para la comunidad.
Con el paso de los años, y tras incorporarse a la SUGEF en los años 90, Coopecar se enfocó exclusivamente en finanzas.
Esa transformación fortaleció su posición como entidad crediticia, ampliando su oferta para atender vivienda, deudas, salarios, agricultura, ganadería y emprendimientos.
Programas como Agro Desarrollo e Impulso Pyme le permiten canalizar recursos del Sistema de Banca para el Desarrollo a múltiples sectores productivos.
Además del crédito, ofrece servicios como remesas, seguros estudiantiles, cobro de marchamos y recaudación de servicios públicos en sus oficinas.
Recientemente, incorporó pólizas de vida, desempleo, incendio y vehículos gracias a una alianza con una corredora de seguros privada.
Hoy, Coopecar R.L. continúa siendo un pilar económico en Zarcero y sus alrededores, con una base sólida de confianza y cercanía.
Los beneficios van más allá de lo financiero: incluyen apoyo en salud, mutualidad, incentivos educativos y acceso a servicios médicos especiales.
También se ofrecen talleres y asesorías de educación financiera, en especial para mujeres rurales y escolares, con materiales interactivos como títeres.
Coopecar participa en ferias, redes sociales y visitas a productores para informar sobre fondos del SBD y otras oportunidades de financiamiento.
Dos historias ejemplares son las de Juan Pablo Salas, avicultor, y Adriana Varela, productora lechera, beneficiados con créditos productivos del SBD.
Gracias a ese apoyo, Juan Pablo aumentó su producción de huevos, y Adriana pudo invertir en vacas, para mejorar su ingreso.
Coopecar R.L. demuestra que una organización nacida del pueblo puede convertirse en motor de desarrollo económico y social para toda una región.
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