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lunes, noviembre 25, 2024
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El universo secreto de los brujos en el fútbol francés

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Imagen por JOEL SAGET

París, Francia | AFP Con seguridad, Cheick Issa agarra un trozo de corteza “contra el mal de ojo” y una botella con una poción amarillenta: “Es con lo que curo a este futbolista, que se lesiona en cada prueba importante con su club”.

El deportista está “al límite” y “hace falta limpiar su suerte porque hay muchos celos en el fútbol”.

Cheick Issa [nombre modificado] se presenta como “un curandero tradicional que ve el futuro y el pasado”. Un brujo, a pesar de que no le gusta esta descripción mancillada, según él, por los “charlatanes”.

Futbolistas con problemas desfilan a menudo por su despacho en la región parisina, afirma a la AFP este franco-marfileño de 45 años.

Normalmente, la discreción es de rigor sobre estas prácticas. Pero el ‘caso Paul Pogba’, que recientemente sacudió el mundo del fútbol en Francia, los expuso a la luz pública.

Secuestrado y víctima de una tentativa de extorsión en marzo de 2022, el célebre jugador francés de origen guineano cuenta haber sido acusado por familiares de haber pagado a un brujo para tirar hechizos a su compañero en la selección y estrella mundial Kylian Mbappé.

Paul Pogba, campeón del mundo junto a Mbappé en 2018, y el brujo lo negaron ante la justicia francesa, afirmando que las importantes donaciones del futbolista a su consejero especial estaban destinadas a “buenas acciones en África”.

¿Pero estamos ante sanadores del alma o estafadores? ¿Quiénes son estos brujos “a medias despreciados, a medias temidos”, según la expresión de la antropóloga Liliane Kuczynski?

La AFP ha investigado sobre este mundo muy cerrado en Francia, donde la creencia en los hechizos y en la brujería seduce a tres de cada diez personas, según un estudio del instituto de encuestas IFOP en 2020.

– “Un don” –  

Al ver a Cheick Issa en camiseta y vaqueros en la planta baja del inmueble donde se encuentra su gabinete, es imposible adivinar lo que hace este jefe de empresa en el sector del hogar.

Ya en su planta, recibe en su despacho vestido con un caftán, en una sala con decoración sobria.

“No creo en amuletos, creo en el Corán y en las plantas, eso es todo”, declara.

Sobre el suelo hay una veintena de bolsas de plástico y botellas, sus herramientas de trabajo: cortezas de árbol que hervir contra “el mal de ojo” (a beber o verter en su baño), semillas que machacar “para mantener la suerte”, pociones para “hacer brillar” al “político, jefe o abogado” que vienen a consultarlo “para ser queridos” y remedios para la “potencia sexual”.

Cuenta haber recibido “el don” de su madre, “que leía las cauríes” (adivinación con caracolas), y de su padre que era un imán.

Formado en un colegio coránico y después por brujos en el oeste de África, su reputación despega en Costa de Marfil, cuando un político al que “ayudaba” llegó a ser ministro.

Instalado en Francia desde hace más de 10 años, Cheick Issa, que dice que tan solo cobra sus desplazamientos y las plantas llegadas desde su país de origen, recibe en su mayor parte a personas de las comunidades africana, magrebí, india y franceses.

“Las personas no hablan cuando vienen por primera vez”, explica. “Me toca a mí adivinar”. Son personas que tienen “problemas en sus casas”, de salud, en el trabajo o para encontrar “el gran amor”.

– “Efecto performativo” – 

En su mayoría originarios del oeste de África donde es común consultarlos, estos sanadores del alma han sabido adaptar su trabajo en Francia a la demanda de una sociedad desorientada por las crisis, problemas sociales y cambio de valores.

Ocupan el rol que para otras personas tienen psicólogos, hipnotizadores o videntes.

Hombres y mujeres de todas las edades, sin papeles, diplomados, en paro, profesores, “la clientela de los brujos parisinos atraviesa el conjunto de las capas sociales”, anota Kuczynski en su libro referencia ‘Los brujos africanos en París’.

En una investigación de 2022, IFOP destaca que “lejos de ser el fenómeno oscuro y marginal que se podría imaginar, la creencia en lo paranormal y las supersticiones constituye un fenómeno mayoritario al alza”.

Incluso hay brujos que anuncian que hablan también español y según morabitos en Francia consultados por la AFP tienen clientes de orígenes portugueses y españoles, especialmente mujeres con problemas amorosos o de trabajo.

“Los brujos tienen dones particulares e inteligencia emocional. Saben entender los desórdenes de sus clientes por medios que no son necesariamente los de la terapia sino una forma de ritual donde ayudan a resolver las situaciones”, explica a la AFP Marie Miran-Guyon, antropóloga en la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales (EHESS).

“¡Y en cierto modo funciona! Efecto placebo o no, a partir del momento en el que las personas creen, tiene un efecto performativo”.

– “Mi vida de la A a la Z” – 

En el gabinete de Cheick Issa, un sábado de septiembre, Raymond [nombre modificado], un antillano de 61 años, acaba de llegar.

Con la mirada baja, el brujo le agarra las manos durante un largo instante, apoyando cerca del pulgar para “captar la energía”. “Le siento enfadado, sé que algo no va bien”, revela a los periodistas de la AFP.

Después Raymond agarra un bolígrafo y lo acerca a su boca, sin soltar ni una palabra. En el silencio, Cheick Issa escribe en un cuaderno y después traza líneas ente los caracteres, utilizando la geomancia -adivinación por medio de objetos de naturaleza terrestre-, e invocando los “dieciséis espíritus”.

“Mis orejas están calientes, siento una barra en mitad de mi frente, ¡los espíritus me llegan!”: sus impresiones quedan reservadas para su cliente, a salvo de la mirada de la AFP.

Raymond es un cliente “histórico” de Cheick Issa.

“Hace una década, después de un doloroso divorcio, tenía dolores y sufría de fatiga. “Iba al trabajo como un zombi”, afirmó.

Convencido de que exesposa le había “lanzado un maleficio”, no consultó a los médicos y fue a una iglesia profética africana. Ningún resultado. Consultó con brujos. “Todo lo que hicieron fue quedarse el dinero”, señala.

Siguiendo los consejos de un compañero de trabajo llegó a Cheick Issa. “Era como si hubiera vivido a mi lado todos esos años. Me contó mi vida de la A a la Z, no me lo podía creer”, señala.

El brujo le preparó pociones a base de plantas en un tipo de jarras utilizadas en el Oeste de África, ante las cuales realizó “oraciones”.

“Llevas la jarra a tu casa para lavarte con la poción”, cuenta Raymond. En unas cuantas sesiones “recuperé la salud”, dice.

– “Tabú” –

“Hay algunos que pueden ser psicoterapeutas de hecho… y también hay estafadores”, indica el antropólogo Jean-Pierre Olivier de Sardan, del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS).

Cualquiera que afirma tener un don y conocimientos del islam, que practique la geomancia, la adivinación y la taumaturgia -facultad para realizar prodigios- puede presentarse como morabito. El precio de una sesión varía desde decenas de euros a varios centenares en caso de sacrificio o incluso hasta decenas de miles.

La policía francesa no tiene un censo de videntes y morabitos. Solo se interesa en ellos en caso de denuncias por estafa o por ejercicio ilegal de la medicina. 

La Misión Interministerial de Vigilancia y Lucha contra las Derivas Sectarias (Miviludes) indica haber tratado en 2021 22 requerimientos sobre médiums, dos sobre videntes y uno sobre morabitismo.

– “Dependiente” – 

En el deporte, donde la superstición está especialmente extendida, la cuestión llega a veces mucho más lejos.

“La carrera de un deportista es corta, así que la menor lesión, el menor fracaso, hay que superarlo y el deportista sabe que no tiene necesariamente los recursos internos para sobreponerse a todo”, explica el capellán de deportistas Joël Thibault.

Pero “lo que esos brujos practican es muy peligroso”, estima.

El marfileño Cissé Baratté (55 años) cuenta a la AFP que cayó en esas prácticas cuando era un prometedor joven futbolista en Abiyán y que continuó con ellas ya mudado a Francia: amuletos, cinturones protectores, sacrificios… “Te conviertes en dependiente”, subraya.

El entrenador francés Claude Le Roy conoce bien el fenómeno en la órbita de los futbolistas en África. Ha vivido 30 años en ese continente y ha sido seleccionador nacional de seis países.

Él mismo ha sido apodado el ‘Brujo Blanco’ después de haber recibido amenazas de morabitos a los que había apartado de los cuerpos técnicos de sus equipos.

“Algunos jugadores necesitan ir a hablar con sus morabitos, eso puede reconfortarles, hacerles pensar. Supone también un contacto que conservan con su país de origen”, explica.

Aunque Le Roy insiste “no creer para nada” en la brujería, admite seguir impactado por un suceso.

En 1997, después de un partido de ida catastrófico en la Liga de Campeones europea, perdido 3-0 en los despachos ante el Steaua de Bucarest por una alineación indebida, el París Saint-Germain debía ganar por cuatro tantos de diferencia para clasificarse, todo un desafío.

Con el entonces presidente del PSG, Michel Denisot, contactaron a “un gran brujo maliense” que cobró el equivalente a 500 euros (536 dólares).

“Nos pidió enviar las fotografías de los jugadores y sus números. Poco antes del partido de vuelta, nos anunció que el número 18 marcaría el cuarto gol en el minuto 37”.

El día del partido, el PSG logró la hazaña, ganó 5-0, y el número 18 marcó el cuarto gol en el minuto 41.

Otras veces las acciones en el entorno del fútbol son más públicas, como ocurrió en septiembre en Lima, cuando una decena de chamanes hicieron un ritual para “neutralizar” a Neymar antes de un partido de Perú ante Brasil en las eliminatorias mundialistas. No funcionó: Brasil ganó 1-0 el partido y Neymar sacó el córner que en los últimos instantes dio pie al tanto de la verdeamarilla.


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